El papa de los pobres | Tremores
Tremores. No son palabras nuestras, sino de los fachos derechistas que, post mortem, catalogaron el legado de Jorge Mario Bergoglio. Algo debió hacer bien que exhibió las miserias de los ultraconservadores, ya que les puso un espejo a aquellos gobernantes y poderosos cuya única religión es el dios dólar, el poderoso caballero don Dinero. No sólo a esos estrechos de mente, sino a los que buscan imponer sus intereses –sobre todo políticos –, en sus países, a costa del sufrimiento de la gente. Si estos derechosos salieron a gritar porque Francisco I osó apoyar a los más desprotegidos (para eso está la Iglesia, ¿no?), entonces hizo bien en revolucionar a la religión. No le perdonan, por su supuesta superioridad moral, que se haya reunido con Fidel Castro, con Evo Morales y con personajes “comunistas” o populistas. En su natal Argentina lo tacharon de peronista, o como lo juzgó Javier Milei: “es un enviado del demonio”, porque, para un facherista, comunismo es igual a satánico, ni qué decir de populista. Sí, el sumo pontífice fue el más liberal, el más progresista, por su preocupación por los vulnerables, por los pobres; abrió las puertas del Vaticano, sobre todo del amor a todos y todas por igual, mostró compasión por Palestina y quienes sufren los estragos de las guerras. Francisco le dio voz, reconocimiento y compasión a los excluidos por esos que, ahora, se desgarran las vestiduras por coquetear con los izquierdosos. Son esos los que prefieren a una Iglesia opulenta, derrochadora, alejada de la feligresía, defendiendo posturas radicales, dejando de lado una de las premisas de Dios: el amor universal. Son los mismos que no sienten compasión por la niñez de Gaza, los que pisotean mujeres para imponer su machismo. Son, además, los mismos que pregonan una moral retorcida con el fin de imponer su medieval pensamiento. Sí, también en la Iglesia hay ideologías, cuando la única debería ser el amor universal que viene en las Santas Escrituras. El Papa Francisco nadó entre tiburones e intereses mezquinos, y salió avante.
¿O no?
