¿Cuál libertad? | Tremores

Tremores. Estados Unidos y Argentina son países más parecidos de lo que se puede creer. La represión brutal de la policía contra peligrosos jubilados y pensionados en Buenos Aires mostró el lado más feroz de la ultraderecha, esa que, supuestamente, es una defensora de la libertad de expresión. Hasta su presidente, Javier Milei, se dice un “libertario”. ¡Pamplinas! (así de vintage). No, boludo, esa no es libertad; ver cómo los elementos policiacos (que hasta buscaban sembrar armas para criminalizar la manifestación) agredían a golpes a adultos y adultas mayores, simplemente, es grotesco. Pero la Unión Americana no se queda atrás. Con un presidente como Donald Trump, que un día sí, al otro también, afirma, llenándose la boca con palabras rimbombantes, que en su país hay “libertad de expresión”. ¡Ajá! Si no, pregúntenle a quienes lo critican, a quienes protestan contra el genocidio palestino, y a quienes osen manifestarse, como aquellos que con pintas protestaron contra su vicepresidente de facto, Elon Musk, el tecnofascista dueño de Tesla. Ahora serán catalogados los inconformes como “terroristas domésticos”, con todo lo que implica. No pues, sí, tanto Trump como Milei, y hasta Musk, se encumbran como los paladines de la libertad de expresión en el mundo. Y con esos argumentos critican a los gobiernos de izquierda, o progresistas. Por eso no nos invaden los aliens.
¿O no?
¿En qué país vivimos?
Supuestamente, quienes son funcionarios públicos deben servir a la gente, al pueblo, pero que su actuar personal no sea congruente con la realidad que vivimos, de violencia, es lo que hacía al exfuncionario del exgobernador y exfutbolista Cuauhtémoc Blanco en Morelos. Este jueves, se hizo viral en redes lo que descubrieron autoridades del vecino estado en la casa de Dionicio N., extitular del Fideicomiso Lago de Tequesquitengo: un altar con cráneos humanos. Al parecer, es parte de un ritual satánico. Desde el 2006, México se convirtió en un baño de sangre, al permitir y armar a los grupos del crimen organizado para que hicieran sus guerras, que fueron pervirtiéndose conforme pasaban los años. Pasaron de colgar a los enemigos criminales en puentes peatonales o vehiculares, a cortarles la cabeza en videos subidos a redes sociales, a “pozolear” cuerpos en ácido, destazarlos y regarlos, hasta hacer campos de exterminio al estilo nazi. Fue en ese sexenio panista, que encabezó Felipe Calderón, y hasta la fecha en que se perdió cualquier sentido de humanidad. Caray.
¿O no?