La reciente campaña electoral en México puso en evidencia una problemática alarmante: la intromisión descarada del clero en el ámbito político. Discursos plagados de odio y descalificaciones, como los de la panista Xóchitl y sus comentarios sobre una “narcocandidata”, o los ataques de Lalo Rivera que se refirió despectivamente a sus oponentes como “morenacos”, solo fueron la punta del iceberg. El verdadero escándalo radica en la intervención directa de la Iglesia, particularmente en apoyo a candidatos del PAN.