Joaquín Guzmán López, uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, admitió ante una corte federal de Illinois que participó activamente en el narcotráfico y en la estructura criminal del Cártel de Sinaloa. Durante la audiencia, el hombre de 39 años también reconoció un hecho que nunca había sido confirmado: secuestrar y entregar a Ismael El Mayo Zambada a autoridades estadounidenses en julio de 2024.

Según su testimonio, Guzmán López engañó a Zambada bajo el pretexto de ayudarlo a resolver una disputa. Lo condujo a una habitación preparada para la emboscada, donde varios hombres entraron, lo sometieron y lo trasladaron a una pista de aterrizaje cercana. Ahí, ambos subieron a un avión privado rumbo a Estados Unidos, donde terminarían bajo custodia federal. Para el histórico líder del cártel, fue la primera vez en su carrera criminal que pisó una prisión.

La confesión contradice la versión difundida por El Mayo tras su captura, en la que aseguraba haber sido citado en las afueras de Culiacán para una supuesta reunión con funcionarios locales. En esa carta, Zambada sostenía que nunca se entregó voluntariamente y acusaba a Guzmán López de manipular el encuentro para facilitar su captura.

La declaración del hijo del Chapo era un movimiento anticipado desde la semana previa, cuando una notificación judicial filtrada apuntaba a un inminente cambio de postura. Guzmán López, considerado durante años un operador discreto, escaló dentro del Cártel de Sinaloa tras la caída de su padre, aprovechando capital y contactos para impulsar operaciones de tráfico de marihuana y cocaína.

Su entrega de El Mayo desató una fractura inmediata dentro del cártel. Las facciones de Los Chapitos y Los Mayitos chocaron en Culiacán, encendiendo días de violencia en la capital sinaloense. El debilitamiento interno abrió espacio para que grupos rivales, como el Cártel Jalisco Nueva Generación, buscaran expandirse aprovechando la crisis en una de las organizaciones criminales históricamente más poderosas del país