Sanae Takaichi rompe el techo de cristal en Japón con un liderazgo ultraconservador

Japón hizo historia este martes con la designación de Sanae Takaichi como primera ministra, convirtiéndose en la primera mujer en ocupar el máximo cargo político del país. Sin embargo, su llegada al poder no representa necesariamente un giro hacia la igualdad o el progreso social: Takaichi, de 64 años, es una figura del ala ultraconservadora del Partido Liberal Democrático (PLD), conocida por su oposición a reformas de género y su defensa de una línea política nacionalista y militarista.
Admiradora de Margaret Thatcher y firme partidaria de fortalecer las Fuerzas de Autodefensa, Takaichi ha expresado su rechazo al matrimonio igualitario, a que los cónyuges mantengan apellidos distintos y a la posibilidad de que una mujer ocupe el trono imperial. Su investidura, aunque histórica por romper el techo de cristal político japonés, reaviva el debate sobre el papel de las mujeres en el poder cuando reproducen visiones conservadoras dentro de estructuras dominadas por hombres.
El contexto no es menor: Japón es una de las economías más desarrolladas del mundo, pero también uno de los países con menor representación femenina en política, con apenas 16% de mujeres en la Dieta Nacional. Para muchos analistas, el ascenso de Takaichi simboliza más una continuidad ideológica que una apertura real hacia la equidad o la modernización social.
Enfrentará una compleja agenda: la desaceleración económica, la baja natalidad, el envejecimiento poblacional y las tensiones geopolíticas con China y Corea del Norte. Pero su verdadera prueba, advierten observadores, será demostrar si su liderazgo podrá trascender la paradoja que encarna: una mujer en el poder que desafía las expectativas del feminismo y del cambio social en Japón.