Kneecap: la banda que incomoda al poder

Desde Belfast, Irlanda del Norte, llega Kneecap, la banda más incendiaria y relevante del 2025. Su música es una mezcla explosiva de rap, sátira, humor y protesta política. Su sola existencia es una provocación, y su nombre, una advertencia.
“Kneecapping” fue una práctica violenta surgida durante el conflicto armado en Irlanda del Norte, conocido como The Troubles. Consistía en disparar a las rodillas como castigo extrajudicial, un método utilizado por grupos paramilitares para imponer control, castigar delitos o infundir miedo. Aunque muchos quieren creer que quedó en el pasado, lo inquietante es que aún ocurre hoy. El nombre de la banda no glorifica esa violencia: la denuncia. Es un grito que señala que la herida sigue abierta.
Kneecap va más allá. Rapean en gaélico, un idioma históricamente perseguido por el imperio británico. En un país donde el inglés fue impuesto, usar el gaélico es recuperar la voz, la memoria, la identidad. Hablarlo —y aún más, cantarlo— es un acto de resistencia. Es decirle al mundo: no nos borraron.
En 2024 estrenaron su película en HBO Max, protagonizada por ellos mismos y por el actor Michael Fassbender. Ese fue el momento que los catapultó a la escena global… y también a la lista negra del poder. En 2025, Mo Chara fue acusado de terrorismo por ondear una bandera de Hezbolá durante un concierto en Londres. El gobierno intentó censurar sus presentaciones en Glastonbury y Coachella. Pero la banda se presentó igual.
“Soy un hombre libre”, dijo Mo Chara frente a miles de personas. Desde el escenario hablaron de Palestina, del colonialismo, del silencio forzado. Han sido particularmente vocales sobre la situación en Gaza. Las repercusiones no se hicieron esperar, pero ellos insisten: “Nosotros no somos la historia. El genocidio es la historia”.
Kneecap no se calla. Y eso incomoda. Porque hablan de historia, de represión, de pobreza, de desigualdad, de lenguas que intentaron erradicar… y que hoy vuelven a sonar con fuerza.
Ese eco resuena también en México. Así como hay raperos que cantan en náhuatl, en maya o en mixe, Kneecap nos recuerda que la resistencia en la industria musical sigue viva. Que usar la lengua, la historia, el dolor y el arte como trinchera sigue siendo un acto profundamente revolucionario.
Kneecap no es solo una banda. Es una memoria viva. Es disidencia. Es identidad.
Y sí, vale la pena escucharlos.