Voces digitales, regiones fragmentadas: Veracruz como termómetro electoral de la 4T | Entre Ruidos y Señales

En marzo de 2025, Veracruz se perfila como un campo de pruebas para la Cuarta Transformación (4T). A tres meses de las elecciones municipales del 1 de junio, este estado de 8.1 millones de habitantes y 212 municipios pone en juego no solo el control político local, sino la capacidad de MORENA para sostener su hegemonía en un contexto de tensiones internas y narrativas digitales que amplifican emociones colectivas.
Con una historia de alternancia, violencia electoral y desigualdad regional, Veracruz refleja las promesas y paradojas de la 4T, sirviendo como espejo para Puebla y el sur de México, donde la cohesión social y el desarrollo siguen siendo asignaturas pendientes.
La política local de Veracruz ha sido un terreno fértil pero turbulento para MORENA. En 2018, Cuitláhuac García arrasó en la gubernatura con el 44.1% de los votos, consolidando al estado como bastión morenista tras décadas de dominio priista y un breve interludio panista con Miguel Ángel Yunes.
En 2024, Rocío Nahle, exsecretaria de Energía y delfín de AMLO, ganó la gubernatura con el 52.3%, pero su gestión ha enfrentado críticas por la inseguridad —Veracruz registró 614 homicidios dolosos en 2024, según el SESNSP— y por el estancamiento económico en regiones como el sur, donde la pobreza afecta al 61.2% de la población (CONEVAL, 2024). Las elecciones municipales de 2025, con 212 alcaldías en disputa, pondrán a prueba si Nahle puede mantener la maquinaria electoral de MORENA frente a una oposición revitalizada (PAN-PRI-PRD) y un partido fracturado por pugnas internas.
Lo que está en juego es significativo. Veracruz aporta 6.5 millones de votantes potenciales (INE, 2025), y sus municipios son un mosaico de poder local: desde Xalapa, el corazón político, hasta Coatzacoalcos, polo industrial en declive.
En 2021, las elecciones municipales dejaron un saldo de 28 incidentes violentos, el más alto del país, y aunque 2025 muestra una disminución, la sombra de la violencia persiste con al menos tres precandidatos amenazados este año. Las reformas de Sheinbaum —judiciales y energéticas— se promocionan como logros, pero en Veracruz chocan con demandas locales: empleo, seguridad y los “polos de bienestar”, que han beneficiado al norte (como el corredor Ozuluama-Tuxpan) pero dejaron al sur rezagado, con un crecimiento del PIB estatal de apenas 1.2% en 2024.
Las voces digitales amplifican esta realidad. En TikTok y X, influencers locales narran dos Veracruces: uno esperanzado por las becas del Paquete Económico 2025, otro frustrado por la falta de obra pública y la inseguridad.
Desde la Ciencia Política, Chantal Mouffe nos diría que la hegemonía de MORENA es agonística, sostenida por un conflicto constante contra la “mafia del poder”, pero en 2025, ese conflicto se internaliza. Las redes, como nodos de la “sociedad red” de Manuel Castells, escapan al control central: en Xalapa, las bases debaten la lealtad de Nahle a AMLO; en el sur, videos virales denuncian el abandono. Estas narrativas, cargadas de emociones —orgullo por la 4T, enojo por promesas incumplidas—, fragmentan la cohesión que MORENA necesita para las urnas.
Veracruz es un espejo para Puebla y el sur de México por razones estructurales y simbólicas. Como Puebla, comparte una economía mixta (agroindustria, turismo) y una historia de centralismo priista que MORENA prometió romper.
En Puebla, con elecciones municipales también en 2027, las tensiones entre el centro y las regiones —evidentes en la desigualdad entre la capital y la Sierra Norte— podrían replicar el caso veracruzano si las narrativas digitales ganan terreno. El sur, desde Chiapas hasta Oaxaca, enfrenta un desafío similar: el 66% de su población vive en pobreza (CONEVAL, 2024), y los “polos de bienestar” no han cerrado la brecha. Veracruz, con su peso electoral y su diversidad, anticipa si la 4T puede articular una narrativa que una a estas regiones o si sucumbirá a su fragmentación.
Un partido predominante sobrevive si se adapta. Nahle y Sheinbaum apuestan por mítines para reavivar la esperanza, pero la falta de institucionalización en MORENA —visible en las candidaturas opacas— contrasta con el PRI, que resolvió conflictos con estructuras.
Si las emociones digitales se imponen, con un sur desencantado y un norte expectante, las elecciones de junio podrían erosionar la hegemonía morenista. Veracruz no solo elegirá alcaldes; dirá si la 4T es una transformación duradera o un relato que se agota en sus propias redes, un presagio para Puebla y el sur que México no puede ignorar.
@ricardommz07