Riesgos globales. De Davos a México, y lo que tu municipio puede hacer…o debería | Entre ruidos y señales
En Davos-Klosters, del 20 al 24 de enero, se llevará a cabo la Reunión Anual 2025 del Foro Económico Mundial, cuya temática en esta ocasión girará en torno al lema “Colaboración para la era inteligente”. A la par, y con miras a generar una agenda de discusión, se ha publicado también la 20ª edición del Informe de Riesgos Globales (Global Risks Report) del mismo Foro.
Cabe decir que la reunión anual de Davos es conocida coloquialmente como ese lugar al cual los ultrarricos llegan en jets privados a hacer mea culpa de los grandes riesgos que enfrenta nuestro planeta y de los cuales, al final, más de uno son causantes.
Con esta acotación hecha de antemano, el diagnóstico sobre los riesgos globales que se presenta resulta útil, en tanto mapa de ruta para tener una visión panorámica de lo que preocupa a los ultrarricos de Occidente, pero también acerca de aquello que es, o podría ser, de interés para los municipios mexicanos.
En palabras de Mirek Dušek, director general del Foro Económico Mundial: “El aumento de las tensiones geopolíticas, la fractura de la confianza mundial y la crisis climática están tensando el equilibrio del sistema global como nunca”.
De ahí que, de acuerdo con el informe, para este año 2025 se considere a los conflictos armados entre países como el principal riesgo inmediato; lo que refleja el aumento de las tensiones geopolíticas y la fragmentación a escala mundial, con soberanías cada vez más diluidas o puestas, literalmente, en una reedición del derecho del más fuerte. ¿Acaso creíamos que esto fuera otra vez posible? Sí, lo es. México, por ejemplo, enfrenta al respecto un doble desafío, producto del conflicto migratorio y la inseguridad presentes tanto en la frontera sur como en la frontera norte.
En un plazo de dos años, el informe resalta a la desinformación y la información errónea como el principal riesgo, y como causas de inestabilidad y erosión de la confianza en la gobernanza, complicando así la urgente necesidad de cooperación para abordar crisis compartidas. Si a esto agregamos que América Latina es la región del mundo más desconfiada de la Tierra, de acuerdo con el Estudio Mundial de Valores que mide más de 90 sociedades en todas las regiones del mundo, un cóctel de desinformación puede agudizarse en la región, y en especial en nuestro país, con su miríada de culturas y diversidad geográfica, pero también con sus altos niveles de pobreza y sus desafíos en materia de pensamiento crítico.
Finalmente, en un horizonte de 10 años, los riesgos medioambientales dominarán nuestro paisaje. El informe prevé, de manera alarmante, la presencia de fenómenos meteorológicos extremos, la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas. De manera tal que, por lo menos en lo que al informe respecta, y pese al nuevo auge de negacionistas climáticos, los eventos extremos y fuera de control, como el que se vivió recién en California, no serán sino una constante que países y regiones habrán de enfrentar con mayor brutalidad e inclemencia.
Del frío Davos a nuestra región, México, resultó en cierta medida esperanzador el inédito encuentro que la presidenta Claudia Sheinbaum sostuvo con gobernadores y más de 2,400 alcaldes del país para abordar temas clave como seguridad, acceso al agua y derechos de los pueblos indígenas. A destacar como área de oportunidad, por lo que hasta acá hemos presentado, que el Fondo para la Infraestructura Social se destinará directamente a municipios y comunidades indígenas, en lugar de ser manejado exclusivamente por los estados.
Este cambio, producto de la reforma al artículo 2.º constitucional, reconoce a los pueblos originarios y afrodescendientes como sujetos plenos de derechos, y plantea que los tres niveles de gobierno —municipal, estatal y federal— puedan unir esfuerzos y recursos en un fondo tripartita, maximizando el impacto y logrando soluciones más efectivas para la infraestructura hidráulica en localidades con mayores carencias, por ejemplo.
Presentado así, estaríamos ante una oportunidad para que, frente a un problema común, como el de la escasez y administración de agua, exista una coordinación entre los diferentes niveles de gobierno para atender estratégicamente algo que las generaciones futuras podrían agradecer.
Frente a una encrucijada, cabe preguntarse: ¿seremos buenos ancestros? Toca, frente a la política como conflicto, una política de propuestas y soluciones, una política que construya puentes y no los dinamite.