Opositores oportunistas | Tremores
Tremores. Nada más puso Donald Trump el punto a su firma en el decreto de convertir a los cárteles del narcotráfico como “terroristas” y, de inmediato, hubo fiesta patronal en los inmuebles de la derecha, hubo júbilo en los vendepatrias, en los antipatriotas; echaron cuetes para que Estados Unidos bombardee México en nombre del “free world”. Esos a los les uuuuuurge una invasión, gringa o europea, para que aclare sus pieles morenas, cambie el idioma español por el francés o el inglés, les transforme sus ojos negros por azules o verdes. Esos que, desde la tribuna legislativa, piden a gritos la intervención de la policía del mundo, pero que cuando les tocó gobernar, se aliaron a los que ahora quieren combatir. Esos panistas, priistas y emecistas están en la conversación no por sus acciones, sino por su sumisión ante el imperio yanqui. La derecha mexicana sigue enquistada en el medievo, o en el siglo XIX, que un rey o monarca tome por asalto el país. Esos facheros encontraron en el magnate a la oposición que les gustaría ser.
¿O no?
Eso es corrupción
Tanto han dicho los gringos sobre la corrupción en México, pero allá sus líderes se muerden la lengua. Un ejemplo: los famosos indultos. Un poder que tiene el presidente en turno, con el que pueden, entre otras facultades, evitar que un preso condenado a muerte sea ejecutado. Peeeeero, los dos más recientes, el que se fue (Joe Biden) y el que está (Donald Trump), estarían incurriendo en un abuso de poder, si estuvieran en la aldea, of course. Biden indultó, entre otros, a su Zar del Bicho, Anthony Fauci, y a otros dos de su equipo, por temor a represalias; además, le echó una mano a su hijo, Hunter, quien ya estaba a punto de vestirse a rayas, lo mismo sucedió con sus otros cachorros, hermanos y cuñados. Pero Trump, que enarbola una bandera de moralidad y grandeza, tiene sus pecados. Aprovechando ese poder conferido desde los llamados “Padres fundadores” (que se echaron a cientos de miles de indios, los originarios de ese territorio), indultó a toda la banda de rufianes que irrumpieron hace 4 años, en el Capitolio, unos 1,500 fulanos. Pero él mismo es un criminal juzgado por las leyes que ahora dice defender. Caray. Si eso hubiese hecho AMLO, lo habrían señalado de todo tipo de adjetivos derechistas, o sus antecesores, habrían hecho un juicio político de consecuencias incalculables. Pero esa es la otrora nación más poderosa del mundo, la que mide la realidad con dos varas.
¿O no?