Los motivos del uso excesivo del celular | Perspectiva



Leticia Montagner

Es difícil darse cuenta del modo en que el teléfono móvil, o celular, como se le conoce en México, se fue colando en todas las esferas de la vida diaria y comprobar el tiempo diario que dedicamos a la pequeña pantalla, en promedio más de tres horas y hasta seis, entre los más jóvenes.

Si bien existe bastante controversia sobre la relación entre el uso del smartphone y los problemas de salud mental, hay un enfoque innegable: muy poca gente se levanta y piensa “voy a pasar cuatro horas al día mirando el teléfono”, y sin embargo, el dispositivo acaba absorbiendo la atención durante ese tiempo sin que lo hayamos decidido.

Todos los días, en varias ocasiones, acudimos al dispositivo con algún objetivo concreto, ver la hora, consultar una notificación y cuando nos damos cuenta, han pasado 30 minutos. Los académicos llaman “ciclos de revisión” a tomar el móvil para algo concreto —o para nada—; que la mitad de los usuarios hacen más de 80 veces al día, según una encuesta de Pantallas Amigas.

De acuerdo con el diario español El País, a través de entrevistas, concluían que lo habitual es pretender que la consulta sea breve, pero que con mucha frecuencia se expande e invade o sustituye otras actividades del día.

“Usamos el móvil como una manera fácil de escapar del aburrimiento o el estrés. Muchas veces lo abrimos sin un propósito específico, solo para llenar un momento de espera o para evadirnos de la realidad y termina en un hábito que, sin darnos cuenta, consume gran cantidad de nuestro tiempo”, confirmó Adoración Díaz López, Doctora en Educación e Investigadora del Instituto de Transferencia e Investigación (ITEI), de la Universidad Internacional de La Rioja en España.

Uno de los principales culpables de que el celular nos absorba sin darnos cuenta es el diseño de las aplicaciones, pensado para atrapar y querer volver.

“Los dispositivos están diseñados para recibir a través de recompensas como los likes y las notificaciones. Nos sentimos alegres, entretenidos”, señaló Gabriela Paoli, Psicóloga experta en adicciones tecnológicas, quien apuntó el estudiado efecto del scroll infinito, que hace que siempre haya contenido nuevo disponible, metidos en una especie de bucle.

Algunos estudios han investigado sobre por qué cuesta tan poco entrar y tanto salir. Un ejemplo: pese a que la lógica nos dice que, si ya hemos visto varios contenidos similares, seguramente querremos cambiar de actividad, se ha probado que lo que pasa es lo contrario, los usuarios que habían visto cinco vídeos musicales seguidos tenían un 10% más de probabilidades de elegir ver otro más que quienes habían visto tan solo uno.

La misma investigación fue más allá. ¿Importa si intercalamos tareas con vídeos o si hacemos primero una cosa y luego la otra? Las personas que hicieron primero las cuatro tareas asignadas y después vieron dos vídeos tenían un 22% más de posibilidades de querer ver otro más que las que hicieron tarea-vídeo-tarea-vídeo. Es decir, lo importante es intentar parar después de un solo contenido o si vamos a seguir, cambiar de categoría.

Después está el tema de lo que le pasa a nuestra percepción del tiempo mientras estamos en ese bucle. Díaz López explicó que se suman dos factores, el estado de flujo al que nos lleva ese diseño y la disminución de la conciencia temporal. Además, los estímulos constantes evitan las pausas naturales que harían mirar el reloj o notar el paso del tiempo. Sus mecanismos, sin apenas interrupciones mínimas y la posibilidad de seguir y seguir, promueven la falta de conciencia de cuánto tiempo ha pasado.

Si bien es cierto que en ese estado de absorción se entra dedicándonos a otras actividades como ver una película, el hecho de que las redes no tengan final es lo que lo convierte en más peligroso. Paoli añade otro factor fundamental, el autoengaño. “Lo de decir ‘me paso un ratito en el móvil y luego trabajo’ es posponer conscientemente y procrastinar todo lo demás para estar conectados”, señaló.

Una consecuencia es que cambia nuestra percepción del tiempo mientras estamos en el móvil si el uso es intensivo a cualquier otra situación. Sentimos que el tiempo pasa más rápido, algo muy relacionado con esa sensación tan contemporánea de sentir que no alcanza el tiempo para nada.

En una encuesta que hicieron en toda Europa, detectaron un patrón cíclico, que la gente quiere hacer su tiempo más productivo, por lo que esos momentos muertos —una espera, un trayecto en autobús— se llenan con tecnologías digitales para “hacer algo”. Acaban pasando más tiempo ahí del que habían planeado y sienten que esas horas online son tiempo perdido. Esa sensación de pérdida de tiempo lleva a querer ser productivos todo el rato y vuelta a empezar.

¿Cómo salir del bucle? La Psicóloga Gabriela Paoli recuerda las recomendaciones principales. En primer lugar, tomar conciencia del tiempo que se le dedica al móvil cada día y, después, desplegar una serie de estrategias empezando con pequeños pasos, como limitar el tiempo de uso de las aplicaciones, desactivar notificaciones, establecer tiempos y espacios de desconexión —por ejemplo, el dormitorio— que “no sean no negociables” o activar el modo de concentración.

“No se trata de demonizar las redes, ni el móvil ni nada, sino de hacer un uso responsable, consciente y sano. Hay que buscar ese equilibrio entre estar conectados y disfrutar el tiempo offline”, concluyó.

leticia_montagner@hotmail.com

Editor: Fabián Sánchez

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