La soberanía en la balanza: T-MEC y el desafío de la identidad nacional | Entre Ruidos y Señales
La soberanía nacional, un principio que da forma a las fronteras y respalda la autonomía de los Estados, enfrenta tensiones crecientes en el marco de las negociaciones del T-MEC. Este tratado, que vincula a México con Estados Unidos y Canadá, plantea nuevas preguntas sobre cómo equilibrar los compromisos comerciales con la autonomía política y económica.
De manera reciente, Rosendo Gutiérrez, subsecretario de Economía, enfatizó la necesidad de abordar los temas de seguridad y migración antes de la revisión del tratado en 2026, lo que abre un debate sobre cuánto puede ceder un país sin comprometer su esencia.
El concepto de soberanía ha evolucionado desde los monarcas absolutos hasta las repúblicas democráticas, donde los derechos universales se ejercen dentro de marcos nacionales. Sin embargo, esta idea también ha sido desafiada por crisis históricas. En el caso de México, las invasiones de Estados Unidos en 1846 y de Francia en 1862 representaron momentos críticos en los que el país perdió territorio y enfrentó la imposición de regímenes externos.
Estos eventos no solo redefinieron las fronteras, sino que también consolidaron una identidad nacional construida en torno a la resistencia y la autodeterminación.
Hoy, el gobierno de Claudia Sheinbaum enfrenta un escenario similar. Las concesiones incluidas en el T-MEC en materia de seguridad y migración buscan garantizar la estabilidad económica, pero también generan preocupaciones sobre la posible erosión de la soberanía nacional.
Esta situación recuerda cómo, en el pasado, las tensiones entre el patriotismo y los intereses globales dificultaron la toma de decisiones equilibradas. Al igual que en momentos de invasiones, el reto es defender los intereses nacionales sin cerrar las puertas a la cooperación internacional.
En lugar de modelos europeos que han mostrado limitaciones, México podría reflexionar sobre sus propias experiencias históricas y los aprendizajes que estas dejaron, como la importancia de evitar asimetrías en las relaciones internacionales y promover mecanismos de cooperación que beneficien a todas las partes. Por ejemplo, podría rescatar la lección de cómo el fortalecimiento de instituciones locales y la defensa de los recursos propios pueden convertirse en pilares de una soberanía efectiva en acuerdos multilaterales. Si bien los tratados panamericanos del siglo XX buscaban fomentar la cooperación entre países de América Latina y Estados Unidos, su ejecución también mostró cómo las asimetrías de poder económico y político podían derivar en una explotación desequilibrada. Por ejemplo, las políticas de “Buen Vecino” impulsadas por Estados Unidos trajeron beneficios limitados para las economías locales, mientras consolidaban su influencia en la región. Estas lecciones subrayan la necesidad de que México construya acuerdos que prioricen el desarrollo interno con un enfoque de justicia y equidad regional.
El reto de equilibrar soberanía y colaboración internacional es como mantener tensa una cuerda que conecta pasado y futuro. Los tomadores de decisiones deben priorizar mecanismos de transparencia y consulta ciudadana para garantizar que los intereses nacionales sean representados adecuadamente en el T-MEC. Para los ciudadanos, el desafío radica en exigir claridad y rendición de cuentas, recordando que la soberanía no es solo una cuestión institucional, sino una expresión del poder colectivo.
Este es el momento de redefinir la soberanía en un mundo interdependiente, fortaleciendo la capacidad de México para liderar desde la cooperación sin perder su identidad.