El infierno de “Checo” | Tremores
Tremores. Sabemos que entrar en redes y te convertir en un personaje público, expuesto al escarnio, a la crítica, a la sorna y, ahora, a las fake news. Sobre todo si eres alguien con trascendencia mundial. Esto le pasa al piloto mexicano de la Fórmula 1, Sergio “Checo” Pérez. Ayer decíamos que era mejor que se fuera, que renunciara, pero también argumentamos que “rendirse” no está en su vocabulario. Hemos visto en su carrera en la máxima categoría que su mentalidad es fuerte, algo pocas veces visto en un deportista que ha brincado el charco para ser el mejor, o saltar la frontera norte. Contados con las manos. Uno: Hugo Sánchez, que venció el racismo (ahora está penadísimo gritar improperios de raza) y se coronó en el mejor equipo de la época. ¿Otro? Julio César Chávez, quien se impuso, literalmente, a golpes, a las críticas por su raza, su tamaño, y con un puño izquierdo, mandó a la lona a sus enemigos. ¿Otro? Fernando Valenzuela. Aunque no sufrió tanto, dejó un legado, rompió esquemas: un pitcher idóneo en las Ligas Mayores era alto, güero, fornido, guapo… Y “El Toro”, aunque no tan chaparrito, era regordete, cachetón, dientes chuecos, pelo largo, estilo chicano, con una zurda privilegiada, pero con un pundonor que no pocos tienen. En las mujeres, sólo vayan a un partido de fútbol femenil y verán de lo que hablamos: borrachos, feos, irrespetuosos, gritándoles piropos machistas. Es lo que viven los deportistas. Por ello, ahora que “Checo” está en la élite, un bajón representa una andanada de críticas duras, inhumanas, como si esos conocedores de sillón, de escritorio, fueran de lo mejor. Hasta Luis García, el “doctor”, lo dijo en un video que se hizo viral: hay envidia porque uno de los nuestros triunfe. Es el síndrome del cangrejo. “Cuando uno empieza a subir, entre todos se encargan de jalarlo hacia abajo y no dejan que se vaya”, dice el dicho con total certeza. En redes, este lunes, se hizo viral su nombre porque, según medios de renombre, estaría fuera de la escudería de Milton Keynes. ¿Porqué? Por un trompo originado de una falla fatal del motor y la transmisión, un reflejo de lo que pasó este 2024. Pero sus haters, odiadores y, sobre todo, la prensa británica, hacen una labor que sólo se ha visto en pilotos incómodos, la mayoría latinos: Juan Pablo Montoya, en su tiempo Ayrton Senna, Pastor Maldonado, hasta con Fernando Alonso (aunque ahí los españoles aplican la misma contra el tapatío con suspicacias dignas de J.K. Rowling, es decir, “mágicas”). Hasta el cierre de edición, no hay nada concreto, ni salida ni reemplazo, o como dicen otros, sería “embajador” de la marca en América Latina. Lo cierto es que si lo quieren echar, tendrían que desembolsar una lanota, y eso no creo que los socios austriacos ni tailandeses quisieran entregar, tampoco creemos que Ford, su futuro socio a partir de 2026, apruebe su salida, pues es el consentido de la marca, con visos de explotación publicitaria al máximo. Tampoco es cierto que la escudería Mercedes esté ya viéndolo como reemplazo de Lewis Hamilton, que se va a Ferrari. Sólo dejamos esta reflexión: ¿cómo les dicen a los que especulan? Exactamente.
¿O no?
Editor: Fabián Sánchez