PRD, Izquierda travesti | Tremores



Tremores

Tremores. Uno de los personajes más impresentables de la oposición fachera es, sin lugar a dudas, Guadalupe Acosta Naranjo, un izquierdista travesti que optó por mandar al PRD al basurero de la historia, junto con sus rémoras como los llamados “Chuchos”: Jesús Ortega y Jesús Zambrano. Este trío tiró al caño varias décadas de historia por unos pesos. Y a pesar de ser ninguneados, sobajados y pisoteados por la derecha, estos progres perfumados siguen con sus alianzas, con tal de no perder el hueso. Ahora formarán, junto a Xóchitl Gálvez el Frente Cívico Nacional, lo que será la evolución de la Marea Rosa y una escisión del PAN. Por supuesto que se ven las manotas detrás de este bodrio: Claudio X. González Guajardo, quien le aceita el bolsillo a la excandidata presidencial, a los “Chuchos” y a Acosta Naranjo. Fue este último, en un momento de bajeza política y falta de respeto a sí mismo, que acudió con los empleados del Poder Judicial federal que protestaban contra la reforma en la materia. Dijo que “acompañaban su lucha”. ¡Por favor! ¿Qué pasó? Los dejaron solos, hasta que el propio movimiento se diluyó. ¿De Acosta Naranjo? Ya cobró sus tlalitos con Claudio X. para seguir vociferando contra el expresidente López Obrador, a quien no terminan de dejarlo descansar. Tanto daño les hizo que sigue estando en sus discursos. Lamentable.

¿O no?

Paria de exportación

Quien de plano peca de protagonismo es “Alito”, el conspicuo dirigente reelecto del PRI, o bueno, de lo que queda de él. Dice ser “progre”, pero no, señor tricolor. Si hace sus ridículos aquí, en el país, pues es, digamos, “normal”. Pero irse a Uruguay a pararse el cuello como un verdadero “progresista”, humilde, sencillito y carismático, es otro boleto. No señor “Alito”, usted no representa más que a lo más pútrido y recalcitrante del priísmo, de ese que se niega a morir, en los últimos estertores de vida. Si Pepe Mujica, el expresidente de Uruguay no dijo nada, es porque respeta. Y también, celebró el triunfo del presidente electo de izquierda, Yamandú Orsi, como ¿para qué? ¡Aguas morenistas! Alguien quiere cambiar de ideología y anda coqueteando con la verdadera progresía. No vaya a ser la de malas y haga el switcheo. Que alguien desempolve los juicios políticos, plis, por el bien de la Nación.

¿O no?

La doble moral global

Estados Unidos no sería lo que es si no fuera por su fascinación por las armas, la guerra y la destrucción de un enemigo, sea quien sea, llámese como se llame. Y si no lo tuviera en la realidad, lo crearía. Su anquilosado patriotismo militar es único. Para muchas familias, en las que ya se incluyen a algunos migrantes latinos, es un orgullo que un hijo, hija se vaya a la guerra. Si regresa, padrísimo; si no, se convierte en un héroe, en una heroína, a niveles de endiosamiento. Es decir, necesita siempre una guerra para aceitar la maquinaria bélica estadounidense, para darle más poder al poder (Molotov, dixit), para prender las imprentas de dólares, a pesar del incremento de la inflación. Sí, porque las balas que se usan en Ucrania y en Gaza se pagan en efectivo, no en depósitos bancarios, o en el Oxxo. No. La guerra es LA cultura estadounidense. Pero también manejan una doble moral brutal, y todo el mundo paga las consecuencias. Cuando se cayó el comunismo (ese que tanto cita la oposición mexicana), el acuerdo con Mijaíl Gorbachov para desaparecer la URSS era que la OTAN no se acercara a la ahora Rusia, que se mantuviera lejecitos. No se cumplió. Tan sólo ver un mapa para cotejar que ese organismo guerrerista está más cerca de Moscú que nunca. Y el conflicto en Ucrania es el ejemplo más claro. La crisis y la incertidumbre, a pesar de los muertos y los daños, persisten.

¿O no?

Editor: Fabián Sánchez

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