Turistas se deleitan en la Feria de la Chalupa
Locales y foráneos gozaron de las bondades de la tradicional chalupa, durante el fin de semana en el Festival destinado a esta delicia poblana, en el Parque del Carmen en el primer cuadro capitalino.
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Desde el viernes y hasta este domingo 17 de noviembre, los capitalinos y turistas abarrotaron los más de 30 puestos instalados para la preparación de la chalupa poblana, alimento que dio fuerza a los trabajadores textileros en la zona de San Francisco, en finales del Siglo XIX e inicios del XX.
Desde 30 pesos, los asistentes pueden degustar una deliciosa orden con cinco piezas este antojito tradicional de la comida callejera poblana, ya sea con salsa roja, verde o una combinación de ambas.
Una de las expositoras, quien se dijo orgullosa de preparar y ayudar a la economía familiar con la preparación de chalupas, expresó que hay un cariño especial a este platillo, ya que su madre y abuela le enseñaron a prepararlo, como ella misma ya hizo con su hija.
Detalló que para cada día del Festival de la Chalupa, prepara cerca de 10 litros de salsa roja, 10 de verde y ocupa casi 8 kilos de masa de maíz y “el secreto es la preparación de las salsas; lo rico es que la salsa se fríe con la tortilla en la manteca”.
Familias completas, adultos mayores, niños y jóvenes fluyen alrededor de los puestos donde acompañan está delicia con refrescos o aguas de sabor.
Además, en torno al Festival de la Chalupa, a lo largo de cada día, fueron organizadas distintas actividades culturales y recreativas, como presentaciones musicales, de danza regional y la presencia de huehues, de las distintas cuadrillas de las juntas auxiliares de la capital.
Historia gastronómica
Cuenta la historia que las chalupas surgieron en 1896, cuando Francisca y Beatriz Hernández, madre e hija, comenzaron a preparar chalupas para venderlas a los trabajadores, a las afueras de las textileras, instaladas en el Barrio de San Francisco, a la orilla del río del mismo nombre.
La intención fue preparar algo rápido que los trabajadores pudieran comer para aguantar las largas horas de trabajo en esta emblemática industria para la historia y economía del estado y, con ello, hacerse de un recurso extra.