Trump, la nueva arremetida contra México y las incertidumbres ante la migración | Atanor



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Nuevamente, Trump se ha hecho de la presidencia de Estados Unidos. Su campaña, como era de esperarse, se alimentó de las escandalosas premisas que allanaron su victoria en 2016 y a través de los remanentes del más arcaico nacionalismo estadounidense. Como ocurrió en aquellas fechas, ha apuntado con saña a las comunidades migrantes y convertido a México en su chivo expiatorio favorito.

Es un discurso, sin embargo, ya suficientemente gastado como para causar el mismo impacto que entonces. La primera vez que pisó la Casa Blanca, ni logró concluir el tan aclamado muro fronterizo ni concretar las deportaciones masivas como las imaginaba y prometía, a pesar de los estragos de programas como “Quédate en México”, las amenazas contra los “dreamers” y la separación de menores de sus padres al intentar cruzar la frontera.

Sin embargo, llama la atención que, en aquella intención de “hacer grande a América otra vez”, siga prevaleciendo el discurso antinmigrante como puntero en las discusiones sobre los recursos y la seguridad de las naciones, especialmente en un país precisamente conformado por migrantes.

Un análisis pertinente y que parece suficientemente vigente aún para comprender las motivaciones detrás de estas políticas y sus alcances, que ya han comenzado a ganar terreno en países como Italia, España y Francia, es la lectura otorgada por el antropólogo Arjun Appadurarai en “El rechazo de las minorías” (2007), donde apunta los efectos que los movimientos migratorios a gran escala están ocasionando en los Estados-nación modernos. El análisis señala que estas dinámicas han despertado determinadas “incertidumbres”, que alimentan políticas de rechazo, control y en última instancia, lo que denomina “violencia etnocida”.

En su ensayo, Appadurai resalta la trascendencia del cuestionamiento sobre “quiénes pueden ser incluidos dentro de ´nosotros´ y quienes dentro de ´ellos´” cuando se habla de un legítimo derecho sobre “los bienes provistos por el estado”, como seguridad, vivienda y salud, ansiedad que invoca la llamada lógica de la incertidumbre. El mismo Trump se valió de estos cuestionamientos cuando en su campaña de 2015 responsabilizó a los más de 30 millones de mexicanos en el país, de contribuir al colapso económico al tomar sus recursos y empleos.

Mientras, la llamada lógica de lo incompleto hace hincapié en el miedo que los números pequeños, las minorías, despiertan en una mayoría establecida étnica: “Bajo la misma idea de Estado-nación moderno subyace otra idea fundamental y peligrosa, la idea de una ‘etnia’ nacional”, destaca Appadurai. Al respecto, no han sido menores los casos de discriminación en Estados Unidos, ante personas cuya apariencia correspondería a miembros de determinadas naciones consideradas “no bienvenidas” y contra los hispanohablantes. 

Trump, a su regreso, estaría preparando una serie de medidas, entre las que se encuentra un plan de “deportaciones masivas”, uno de los grandes estandartes durante su reciente carrera por la Casa Blanca. Esto incluye un reforzamiento a la seguridad fronteriza, con la respectiva instalación de campos de concentración para detener en la frontera el flujo de migrantes. Hasta el momento, no hay suficiente claridad sobre la logística de semejante hazaña, pero con el nombramiento de Tom Homan, quien también retorna al frente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE), se espera que estos planes comiencen a tomar forma.

Ciertamente, lo preocupante es que, dentro de los votantes, funcionarios y empresarios que han apoyado al magnate, prevalezcan estos valores nacionales de pertenencia y pureza étnica señalados por Appadurai, y con la tentativa de desencadenar sus más temidas consecuencias, si no la “violencia etnocida”, sí otras formas de violencia. Ya en Brian Hughes, asesor de Trump aseguró en entrevista aseguró que “los estadounidenses abrazan su política de sentido común para asegurar nuestra frontera e implementar la deportación masiva de migrantes ilegales”.

Con todo, Estados Unidos es un país conformado ya en su esencia cultural, social y económica por migrantes, siendo este último rubro el más afectado, de concretarse los ideales del próximo presidente, según han advertido especialistas y medios de comunicación, dada su aportación en áreas como el campo, la construcción y el comercio, con negocios que contribuyen a la generación de empleos y activan la economía local. La propia familia de Trump buscó el sueño americano alguna vez, Melania, y sus hijos, descendientes de migrantes han permanecido. Lo cierto es que México y la comunidad migrante sobrevivieron a su primer mandato y tendrá que hacerlo otra vez.

Editor: Fabián Sánchez

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