De Casa de la Inquisición a parte del Congreso local
Sobre la avenida 3 Poniente, antiguamente llamada Calle de Herreros, en el número 141, existe la fachada de una casa con las puertas y las ventanas de los balcones cubiertos con plásticos y maderas. Al estar en una calle concurrida del Centro Histórico de Puebla, pasa desapercibida junto a los demás edificios coloniales en la capital.
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Se trata de la fachada del estacionamiento del Congreso local, aunque pareciera una simple vivienda antigua, antes de ser parte del Poder Legislativo, fue La Casa de la Inquisición, el espacio en el que eran aprehendidas aquellas personas acusadas por la institución de faltar el respeto a la Iglesia Católica y a Dios.
De acuerdo a fuentes hemerográficas, fueron los dominicos los encargados de edificar La Casa de la Inquisición en el siglo XVII; en el siglo XIX, luego de desaparecer el Santo Oficio, el edificio perteneció a particulares. Su fachada cuenta con cornisas y balcones decorados con figuras de yeso de estilo barroco, cuenta con estructuras de hierro y está recubierto con ladrillo.
Finalmente, a principios del siglo XX, el edificio fue una vecindad con 13 apartamentos y un consultorio médico. De forma ilegal, el departamento de Obras Públicas del Estado autorizó la demolición de la casa; sin embargo, se ordenó el alto total de las obras y finalmente se conserva desde la década de los 60 la fachada de esta construcción.
Este ejemplo del estilo virreinal también fue testigo de la historia moderna de Puebla, pues, como en las épocas de la inquisición, un grupo de conservadores se opusieron al avance de los derechos de las mujeres.
Episodio de violencia
El pasado 15 de julio, la fachada de La Casa de la Inquisición atestiguó jaloneos, empujones y caídas de personas “Provida” que impidieron el acceso de diputadas y diputados a la sesión del Congreso local, en la que se despenalizaría el aborto.
Fue necesaria la presencia de la Policía Estatal. Por momentos, los conservadores rezaban y pedían a Dios no permitir la despenalización de la interrupción del embarazo. En tanto, activistas que intentaron proteger a las diputadas a favor de esta reforma al Código Penal gritaban: “¡Saquen sus rosarios de nuestros ovarios!”.
Funciones
En la edificación, los dominicos, que actuaban como procuraduría, recibían las denuncias, detenían al acusado y realizaban las investigaciones.
De acuerdo con las fuentes hemerográficas, el investigador Gustavo Velarde Tritschler dijo que “a los predicadores dominicos se les encargó defender la religión en la Nueva España, ellos eran los inquisidores. En el escudo que está en la fachada de la iglesia hay una imagen de Santo Domingo flanqueada por dos perros con una antorcha en el hocico, eso indica que son los defensores de la fe”.
Aseguró que el inmueble no era cárcel ni tampoco se torturaba a los acusados, sino que tenían vigilados a los detenidos hasta que terminaran las indagatorias. Podían recibir visitas, les daban de comer y tenían una cama.
Siglos después, sólo se mantiene su fachada.
Una historia de la Inquisición
Como no había forma de vigilar que los creyentes cumplieran con las leyes de la Iglesia, se conformó el Tribunal del Santo Oficio, el cual se encargó de perseguir a miembros de otras religiones, castigar herejías y otros delitos como blasfemias.
Una historia, publicada en el portal Paleografía Novohispana, data de 1777. Cristóbal Valderrama, maestro sastre, enfrentó un proceso por supuestamente participar en un grupo que reinterpretaba las sagradas escrituras.
“Fue detenido y llevado a la prisión de Puebla de los Ángeles por haber gritado blasfemias durante una procesión que pasaba frente a su casa. Mientras cumplía su sentencia una serie de rumores y denuncias llegaron hasta los oficiales de la inquisición, quienes se alertaron y solicitaron que se transfiriera a Valderrama hasta la sede del Santo Oficio en la ciudad de Puebla”, publica el medio.
Los rumores relataban que por las noches, un grupo de personas se reunía de manera clandestina en un lugar al que llamaban “La Academia”, donde discutían sobre la naturaleza de la religión católica, la existencia de Dios, el origen de las escrituras y el razonamientos en torno los ángeles, la virgen María y el niño Jesús.
Aunque se declaró inocente, estuvo encerrado unos meses. Dijo que su único pecado era beber alcohol.
Catharina de San Juan
Otra historia que une a la Inquisición y Puebla la protagonizó Catharina de San Juan, a quien relacionan con la leyenda de la China Poblana, cuyos restos se encuentran en la Iglesia del Espíritu Santo.
El relato oficial narra que nació en Delhi, India, en 1602, y fue llamada Mirra. La secuestraron piratas y llegó a Filipinas, donde la bautizaron como Catharina de San Juan.
Llegó a México por el puerto de Acapulco, y el poblano Miguel de Sosa la hizo su esclava. Se volvió famosa por sus constantes visiones de santos, ángeles, de la Virgen María y de Jesús.
“En su funeral (en 1688) se dieron cita muchísimos poblanos que querían tener una reliquia de esta mujer, considerada como santa. Por esta razón su cuerpo fue sepultado en el altar de la antigua iglesia del Espíritu Santo”, relata el portal del Ayuntamiento de Puebla.
Como el culto continuaba, la Santa Inquisición de la ciudad mandó a destruir cualquier imagen que existiera de ella y a prohibir su culto, por no ser aprobado por la iglesia.
“La confusión entre Catharina de San Juan y la ‘China Poblana’ radica en que durante el siglo XIX a algunas poblanas se les llamaba ‘chinas’, relacionándolas con las ropas tan llamativas y coloridas que utilizaban”.
El primero en publicar que este personaje histórico usaba un traje colorido fue Antonio Carrión en su “Historia de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles”, de 1896.