Tomás Dimas Arenas, una vida dedicada a la historia



Portada Libro El poder de la fecundidad de las mujeres _Especial
Portada Libro El poder de la fecundidad de las mujeres _Especial

Desde su estudio en Zacatecas, al maestro Tomás Dimas Arenas, me revela su amor por el pasado, pero también, el precio que ha pagado en la salud, por las extensas horas sin dormir revisando registros parroquiales. También, los problemas de la vista, las largas jornadas encorvado; desentrañando los documentos ancestrales que son el eje de su pasión: la historia.

El pensamiento, la reflexión sobre el acontecer remoto no descansan, la historia se escribe todos los días, pero para entender nuestro presente, es básico esclarecer el ayer, es el eje de la investigación.

Doctor en historia de México por la UAZ, educador, e investigador de tiempo completo, Tomás Dimas Arenas, tiene una trayectoria que habla por si misma. Entre otras, ha recibido la Beca Teixidor-UNAM, también la Beca CONACYT, habiendo sido galardonado con la condecoración “Maestro Altamirano”, por 40 años de servicio magisterial en México.

Pero más allá de sus cartas credenciales como académico, se encuentra lo más valioso: sus libros. Entre dichas creaciones, sobresalen los títulos: “Migración a corta distancia” (La población de la Parroquia de Sombrerete 1677-1825), “El poder de la fecundidad de las mujeres. Reconstrucción de familias de Nieves, Zacatecas”, “La haciendas, la Iglesia y la sociedad en el partido de Nombre de Dios, México”, “Causas de muerte. Aportes metodológicos a partir de fuentes pre-estadísticas y médicas” (en colaboración con Chantal Cramaussel), entre otros títulos.

Gracias a los trabajos de este relevante historiador, es posible acceder a información genealógica precisa, que nos permite conocer las costumbres, formas de vida, así como la organización económica de Sombrerete, Zacatecas, en el siglo XIX, por ejemplo. De igual manera, determinar el por qué de los matrimonios entre parientes, el poder económico de las parroquias o en particular de la Iglesia, como centros de la tutela de las conciencias, y hasta monopolizadores de los testamentos.

El trabajo, exhaustivo de Dimas Arenas, nos permite asomarnos, como tripulantes de una máquina del tiempo, a las luchas intestinas en Zacatecas, la fiebre minera, el azote de las pestes y la gran desigualdad en sus regiones, así como el papel del llamado “Clero bajo”, en la búsqueda de mejores condiciones de vida para los indígenas, y el papel opresor del Virreinato. A la manera de un buscador incansable de episodios históricos al vuelo, Tomas Dimas Arenas, ha revisado el Archivo General de Indias, en Sevilla, España, el Archivo del Arzobispado de Guadalajara, ha efectuado Estancias de Investigación en el Archivo Histórico del Arzobispado de Durango, entre otras, que ratifican su calidad de acucioso investigador, que ha comprendido la utilidad en el conocimiento de nuestro devenir histórico.

No contento con desentrañar la historia, no la historia de bronce y sus sempiternas versiones oficiales, sino la historia de carne y hueso; la que se palpa en los documentos antiguos que requieren una mirada acuciosa como la suya, Tomás Dimas Arenas, también se ha rendido a los encantos de la tradición oral, publicando “Relatos Históricos y Leyendas de Durango y Zacatecas”, y “Sucesos y aparecidos en Zacatecas”.

Su amor por la verdad, le ha permitido convertirse en una suerte de médium escribiente, capaz de reflejar en su palabra hablada y escrita, el sentir de los tiempos idos, que reviven a la menor provocación. Así, he decidido tomar el teléfono, en una noche cualquiera, para comunicarme con el maestro Dimas Arenas. Su voz, revivió con denuedo el duro acontecer en Sombrerete, y su fiebre minera, los ayeres que han sobrevivido al paso de los años, retomadas por heraldos como él.

Al cerrar los ojos, tras mis pupilas se abren las noches ante el fulgor de las hogueras, los caballos y los corridos que narraron las batallas épicas zacatecanas. También, los rasgos de nuestros ancestros que poblaron las antiguas comarcas, las carretas tripuladas por gentilhombres, que posan impasibles desde las fotos sepia.

La noche ha caído para todos, no para Tomás Dimas Arenas, cuya entereza y probidad de historiador, han hecho de su memoria un aparador al que ningún amante de la historia podría resistir. Esa memoria terca, encadenada a sus libros, tal vez será cantada por los juglares del futuro.

Aldo Fulcanelli

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