La memoria olfativa nos hace viajar en el tiempo



Mujer _olor flores _Ilustración _Pixabay
Mujer _olor flores _Ilustración _Pixabay

Intenta recordar un día extraordinario en tu historia de vida, por ejemplo, el día anterior a un nuevo ciclo escolar. Evoca el momento de acomodar en tu mochila, nueva, libretas recién forradas, libros, colores, lapiceros y borradores… seguramente además de atraer a la mente elementos como el lugar donde estabas, las personas presentes y la época, sientes una emoción.

Con el olor a tierra mojada, denominado petricor, claramente tu mente vuela hacia tardes románticas o bien obscuros bosques en una noche de campamento, cuando de pequeño practicabas escultismo, por supuesto que no se harán esperar en la memoria los momentos en compañía de buenos amigos, cantando en torno a una fogata o comiendo un delicioso bombón quemado.

Descubrir el olor de una persona especial en algún departamento de perfumes, mientras viajas o bien al caminar por un parque, es algo sublime que a veces te hace hasta cerrar los ojos para poder revivir la experiencia.

Lo anterior sería imposible sin la memoria olfativa, que es sobre el resto de las memorias la más emotiva y emocional.

Por supuesto que el momento es mágico, sin embargo, la explicación es científica. Tras estudios, se ha determinado que el vínculo que se forja entre un olor y un recuerdo es tan potente para el cerebro que es casi imposible de olvidar. Lo anterior, es debido a que los recuerdos se relacionan directamente con el sistema límbico del cerebro. Asimismo, es fundamental para la memoria olfativa el desempeño por parte del bulbo olfatorio, éste es una estructura responsable de procesar la información enviada por los receptores de olores.

Luego entonces, el sistema límbico y el bulbo olfatorio son la combinación para crear los recuerdos a partir de los olores.

Cómo funciona la memora olfativa

Los receptores del olfato también llamados epitelios olfatorios, que se encuentran ubicados en las fosas nasales, perciben estímulos e inmediatamente estos son conducidos al bulbo olfatorio, el cual absorbe la información y la distribuye a diferentes partes de nuestro cerebro.

En tanto, al unísono se genera otro proceso que forma el contenido emocional: gracias a la amígdala, que asocian el aroma con la emoción del momento. Para cuando esto sucede, el hipocampo habrá terminado de procesar el olor como un recuerdo.

Otro dato interesante es que la memoria olfativa, al igual que las huellas dactilares, es personal y única. La nariz humana no es tan desarrollada como la de algunos animales, pero, nos permite diferenciar y seleccionar olores específicos para poder revivir momentos trascendentales en cuestión de segundos.

Olor a infancia…

Un estudio publicado en la revista Current Biology reveló que los recuerdos de nuestra niñez son los que más se asientan en nuestra memoria olfativa y por ende en nuestro cerebro, son los que más fuerza y determinación tienen a lo largo de nuestra vida. Es fascinante saber que la primera vez que asociamos un objeto a un olor creamos una especie de huella profunda en el cerebro, que se instalará para siempre en esa estructura en particular.

Para los animales el olfato constituye su medio de sobrevivencia. A través del olfato buscan alimento, saben cuándo las hembras se encuentran en periodo de celo, o siguen el rastro de otro animal para cazarlo. Para ellos el olor es el sentido más básico, en cambio, para nosotros, la evolución ha generado que vayamos perdiendo esa capacidad tan afinada que seguramente poseíamos en la prehistoria, ahora el hipocampo y la amígdala, relacionan el olor con ese plano más personal y emocional. La memoria olfativa constituye sin duda, un paso más en la evolución humana.

Nuestra estructura neuronal parece funcionar en dos sentidos, es decir: un olor nos puede despertar un recuerdo, y un recuerdo a su vez nos puede traer un olor en particular a la mente. Se ha descubierto en estudios recientes que pacientes con Alzheimer comenzaron a perder el olfato (anosmia) como uno de los primeros síntomas de la enfermedad. Destaca así la relevancia de este sentido para “registrar recuerdos”.

Los olores nos hacen únicos, son nuestra marca, nuestra huella, y así como las personas estarán en nuestra memoria olfativa por mucho tiempo, tal vez por siempre, nosotros formaremos parte de los recuerdos de las personas que de verdad nos conocen y aprecian.

Diane Ackerman, escribió: “Nada es más memorable que un olor. Un olor puede ser inesperado, momentáneo y fugaz, y aun así evocar un verano de infancia al lado de un lago en las montañas”.

Adela Ramírez

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