Nasry Asfura, el político conservador que llega a la presidencia de Honduras en medio de acusaciones de fraude
Nasry “Tito” Asfura fue declarado presidente electo de Honduras tras un proceso electoral marcado por la polémica y un escrutinio que se prolongó por varias semanas. El Consejo Nacional Electoral le otorgó el triunfo con el 40.26% de los votos, en una contienda cerrada frente al opositor Salvador Nasralla, quien obtuvo el 39.39% y rechazó los resultados al denunciar irregularidades en el conteo.
El anuncio desató una inmediata reacción internacional. Estados Unidos, a través de su secretario de Estado, Marco Rubio, reconoció el triunfo de Asfura y llamó a respetar los resultados para garantizar una transición pacífica. El ahora presidente electo fue respaldado públicamente por el presidente Donald Trump durante la campaña, lo que refuerza su perfil como un aliado estratégico de Washington en la región.
De origen empresarial y con ascendencia palestina, Asfura construyó su carrera política desde el ámbito municipal. Su figura se consolidó como alcalde del Distrito Central, cargo que ocupó durante casi ocho años, donde centró su gestión en obras de infraestructura, movilidad y servicios urbanos. Ese perfil pragmático y su lema “Papi a la orden” le permitieron mantener una base electoral sólida dentro del Partido Nacional.
Su proyecto de gobierno, denominado “Visión 5 Estrellas”, se enfoca en la reactivación económica, la atracción de inversión privada, la generación de empleo y la modernización del Estado. También plantea reforzar la seguridad pública, ampliar la educación técnica, mejorar los servicios de salud y avanzar en energías renovables, además de recomponer la política exterior hacia una alianza prioritaria con Estados Unidos, Taiwán e Israel.
No obstante, la llegada de Asfura al poder no está exenta de controversias. A lo largo de su carrera ha enfrentado señalamientos por presuntos actos de corrupción, vínculos empresariales cuestionados y su aparición en los Papeles de Pandora, aunque sin sentencias en su contra. A ello se suman las acusaciones de fraude electoral lanzadas por la oposición y figuras del oficialismo saliente, lo que anticipa un inicio de gobierno marcado por la polarización y el reto de legitimarse ante una sociedad dividida.



