Alteridades | Discriminación religiosa
Hijab o no hijab, he ahí el dilema. La Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó hace unos días la posibilidad de que las mujeres musulmanas que así lo deseen puedan aparecer en la foto del pasaporte mexicano portando su hijab, que es un velo que cubre la cabeza y parte del pecho, dejando al descubierto el rostro.
De acuerdo con el portal Why Islam, usar “el hiyab es una decisión personal e independiente que surge de un anhelo sincero de agradar a Dios y al mismo tiempo apreciar la sabiduría subyacente en Su mandato. Mucha gente cree erróneamente que las mujeres son obligadas a usar el hijab. (…) el Profeta Muhammad (la paz sea con él) nunca impuso la religión a nadie. Si se obliga a una mujer a cubrirse, es contrario a este claro principio islámico y podría deberse a presión cultural o social. Según el Islam, una mujer elige voluntariamente comprometerse con este acto de adoración”.
Cierto, seguramente nos viene a la cabeza el fundamentalismo que se vive en Afganistán y que tiene a las mujeres terriblemente sojuzgadas al grado de tener que usar la llamada burka que cubre todo el cuerpo y no permite ver el rostro de la mujer, pero esa es una sola de las expresiones del islam y, al igual que con el cristianismo, hay versiones diversas, unas más conservadoras que otras. Quizá las comunidades islámicas en nuestro país no son lo suficientemente grandes como para que una medida como esta tenga una enorme significación, pero no se trata de cantidades, sino del respeto a las expresiones religiosas.
Me parece pertinente la medida, en especial en un momento en que el mundo se encamina a las ultraderechas más retrógradas y donde el islam es satanizado tanto por occidente como por el sionismo internacional. La vocación de México, al menos en el ámbito internacional, ha sido la de la no intervención y del respeto a las naciones.
Era meramente lógico que una medida como esta fuera autorizada eventualmente. Sin embargo, el rechazo en redes no se ha hecho esperar y ha venido, como de costumbre, con expresiones terriblemente conservadoras, pletóricas de ignorancia y falta de respeto por el otro. Comentarios en redes como “Así empezó Inglaterra y Francia y ahorita están irreconocibles” o “Entonces así me lo voy a tomar yo, no es justo que yo muestre toda la cara y esas no. Igualdad para todos o nada”.
Nótese cómo se ocupa el “esas” para dejar en claro el desprecio por las mujeres musulmanas. Y, qué tal este que no entendió el sentido de la medida: “Cómo por qué tienen derechos en una nación que ni es de ellas?” La medida es para mujeres mexicanas – o naturalizadas- que sean musulmanas y que decidan portar el hijab, no para mujeres extranjeras.
Sí, en México existen personas que profesan el islam, el judaísmo y muchas otras religiones. Y no, esta medida no está permitiendo que el terrorismo internacional se instale en nuestro territorio.
En efecto, México es un país laico, pero respetuoso de los cultos religiosos que existen en nuestro país y sus prácticas, siempre y cuando no violenten ninguna ley, como cometer abuso sexual, el matrimonio forzoso de menores de edad o las famosas terapias de conversión, que mediante engaños o de forma obligada y con procesos que violentan la integridad física y mental de las personas, pretenden modificar su identidad sexual, partiendo de la idea de que no es una enfermedad mental que pueda “curarse”.
Esto aplica a cualquier religión, cristiana, católica, judía o musulmana. Lo que vemos en los comentarios y reacciones son muestra clara de intolerancia y racismo, más que de una preocupación por la seguridad nacional. Es alarmante que la discriminación religiosa, la xenofobia y el racismo sean hoy en el mundo una norma, más que una excentricidad. Y tú, ¿qué opinas al respecto?



