El consumo de metanfetaminas, conocidas como cristal, se ha posicionado como el principal motivo de ingreso a centros de rehabilitación en Puebla. Datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones (Sisvea) 2023 indican que poco más del 50 por ciento de las personas que solicitaron atención en centros no gubernamentales lo hicieron por daños asociados a esta droga sintética, una proporción que creció de forma sostenida frente a 2022.

El informe del Sisvea muestra que el problema avanza de la mano de condiciones de vulnerabilidad social. La mayoría de los pacientes atendidos cuenta únicamente con estudios de secundaria y enfrenta escenarios de desempleo o inestabilidad laboral, factores que especialistas vinculan con una mayor exposición al consumo problemático y con menores posibilidades de acceso temprano a tratamiento.

El impacto es especialmente visible entre hombres jóvenes. De acuerdo con el Sisvea, nueve de cada diez ingresos corresponden a varones y el grupo de edad más afectado se concentra entre los 15 y 34 años. El patrón de consumo es claro: muchas personas inician con alcohol o tabaco, pero en un periodo de tres a cuatro años migran hacia el cristal, una droga de alto poder adictivo.

Aunque las carpetas de investigación por narcomenudeo reportan una baja en los últimos años, otros indicadores contradicen esa tendencia. Los decomisos de droga realizados por fuerzas federales evidencian una mayor circulación de sustancias sintéticas en la entidad, así como un cambio en el tipo de drogas que predominan en el mercado ilegal.

La detección de un laboratorio de metanfetaminas en Puebla refuerza la alerta del Sisvea sobre el papel estratégico del estado en la cadena de producción y consumo. Especialistas en salud pública advierten que el crecimiento del cristal como droga dominante exige políticas preventivas más agresivas, atención temprana y una respuesta integral que vaya más allá del enfoque punitivo.