Trinidad y Tobago autoriza tránsito de aviones militares de Estados Unidos en medio de tensiones con Venezuela
El gobierno de Trinidad y Tobago confirmó que permitirá el tránsito de aviones militares de Estados Unidos por sus aeropuertos durante las próximas semanas, una decisión que se da en un contexto de creciente tensión diplomática con Venezuela y de mayor cooperación en materia de seguridad regional con Washington.
De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Trinidad y Tobago, las autoridades estadounidenses informaron que los movimientos de las aeronaves tendrán carácter logístico, enfocados en el reabastecimiento y la rotación regular de personal, sin que ello implique operaciones militares ofensivas. El canciller Sean Sobers explicó que esta medida se enmarca en los compromisos del país caribeño para colaborar con Estados Unidos en temas de seguridad y estabilidad regional.
En semanas recientes, Estados Unidos ha intensificado su presencia en Trinidad y Tobago mediante ejercicios militares conjuntos y la instalación de un sistema de radar, el cual —según el gobierno local— está destinado a reforzar la vigilancia marítima contra el tráfico de drogas en el Caribe. Sin embargo, estas acciones han sido duramente cuestionadas por el gobierno venezolano, que las calificó como una “provocación militar”.
La tensión escaló este lunes cuando Venezuela anunció la cancelación de cualquier acuerdo para el suministro de gas natural a Trinidad y Tobago, acusando al país de colaborar con Estados Unidos en la incautación de un petrolero frente a costas venezolanas. Caracas también sostuvo que el radar instalado tiene como objetivo vigilar y hostigar embarcaciones que transportan petróleo venezolano, señalando que Trinidad y Tobago actúa como un aliado estratégico de Washington en la región.
El gobierno trinitense ha rechazado estas acusaciones y negó que exista una intención de facilitar acciones militares contra Venezuela, subrayando que su cooperación con Estados Unidos responde exclusivamente a objetivos de seguridad y combate al crimen transnacional. El caso refleja la fragilidad del equilibrio geopolítico en el Caribe, una región clave tanto para el tráfico marítimo como para los intereses energéticos y de seguridad hemisférica.



