“¡Bloqueen todo!”: Francia vive una jornada de furia social contra Macron

París amaneció blindada. Con persianas bajas, negocios reforzados con tablones de madera y el transporte reducido al mínimo, la capital francesa parecía preparada para un asedio anunciado. Y lo era: la consigna de la jornada, nacida en TikTok días atrás, era clara y contundente —“¡Bloquear todo!”—, un grito que se extendió con rapidez a calles, plazas, estaciones y autopistas en todo el país.
El blanco de la cólera es el presidente Emmanuel Macron y su plan de austeridad, visto como la gota que colmó un vaso ya rebosante por la inflación, la precariedad laboral y el hartazgo social. En la Gare du Nord, una de las estaciones más transitadas de Europa, jóvenes estudiantes, sindicalistas y encapuchados Black Blocs se enfrentaron a las fuerzas del orden con técnicas de combate urbano. “Es lo mismo de siempre, el problema es Macron”, gritaba Fred, delegado sindical de la RATP, mientras la multitud coreaba el viejo eslogan de los Chalecos Amarillos: “Macron, dimisión”.
La policía respondió con gases lacrimógenos y granadas aturdidoras. El saldo superaba los 300 detenidos hacia el mediodía, 139 de ellos en París, donde 80 mil agentes de seguridad se desplegaron en previsión de nuevos disturbios.
La furia no se limitó a la capital: Toulouse, Rennes, Nantes, Burdeos, Lyon y Marsella registraron bloqueos, disturbios y ataques a estaciones de tren. En Rennes, un autobús saqueado explotó bajo un puente; en Marsella, 700 personas intentaron tomar la estación de Saint-Charles. Hasta los almacenes de Amazon fueron señalados como objetivos.
La jornada paralizó la vida cotidiana: metro semivacío, oficinas cerradas y clases suspendidas. “Salí a las 4 de la mañana, el autobús nunca llegó y el tren tampoco. Llegué tarde y no sé cómo volveré”, relataba Cécile, trabajadora de limpieza. Incluso el Museo del Louvre cerró algunas salas, mientras periodistas de France Inter se declaraban en huelga.
En la Place de la République, pancartas contra Macron convivían con banderas palestinas. “Es otra negación de la democracia”, denunciaba Romain, un parisino que pedía más justicia social y ecológica. Otros, como Lisa, estudiante de 18 años, protestaban contra la pobreza estudiantil y la eliminación de feriados.
Las autoridades anticipaban más de 600 acciones en todo el país y advertían que lo peor llegaría con la caída de la noche, las horas más peligrosas. Supermercados reforzaban medidas ante los llamados a “carritos gratis”, mientras en las calles, la cólera seguía creciendo. El grito se repetía con eco en cada rincón: “¡Macron, dimisión!”.