El Parlamento de Irán propuso este domingo el cierre del estrecho de Ormuz, uno de los corredores marítimos más estratégicos del planeta, por donde transita cerca del 20% del petróleo comercializado a nivel global. Esta medida, que aún debe ser aprobada por el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, se presenta como una reacción directa a los recientes bombardeos ejecutados por Estados Unidos contra instalaciones nucleares en territorio iraní.

El estrecho de Ormuz, ubicado entre el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán, es considerado un punto neurálgico para la estabilidad energética mundial. De acuerdo con reportes de Reuters y Al Jazeera, cualquier interrupción prolongada en el tráfico marítimo de esta ruta elevaría considerablemente los precios del crudo, superando los 130 euros por barril, y afectaría severamente a las economías dependientes de la importación de energía.

El anuncio fue realizado por legisladores iraníes durante una sesión extraordinaria, en la que calificaron los ataques de Washington como “una violación flagrante del derecho internacional”. Aunque el gobierno iraní ha reiterado su intención de evitar una confrontación militar directa, también ha dejado claro que ejercerá su derecho a defender su soberanía.

Expertos en geopolítica energética, citados por Bloomberg y Financial Times, advierten que un cierre del estrecho podría desencadenar un efecto dominó en los mercados globales, desestabilizando las cadenas de suministro de combustibles y acelerando la inflación en regiones como Europa y Asia. Además, elevaría la tensión entre potencias militares con presencia activa en la zona, como Estados Unidos, Reino Unido y Arabia Saudita.

Hasta ahora, la comunidad internacional ha hecho llamados a la moderación. La Unión Europea ha instado a ambas partes a reducir la escalada de hostilidades, mientras que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ha convocado una reunión urgente para evaluar posibles impactos en la producción y el suministro global.