Néstor Camarillo: selfies en Harvard, ruinas en el PRI



El senador Néstor Camarillo ha estado más tiempo entre aeropuertos internacionales que en las calles de Puebla, aunque insista en que su trabajo es “por México”.
Y como dirigente estatal del PRI, ya dejó claro que su brújula apunta más a Bruselas que a Tepeaca.
En apenas un mes, documentó en redes sociales tres viajes internacionales: Nueva York, Boston y Bruselas.
En Estados Unidos, visitó Harvard y se reunió con migrantes.
En Bélgica, acudió al Parlamento Europeo y de paso visitó la planta de Volkswagen.
Dice que fue por trabajo legislativo.
Que el 80% lo pagó “de su salario”.
Y que viajó en clase turista, no como “los hipócritas de la 4T”, como los ha calificado a los morenistas.
Pero reducir la discusión pública a si voló en turista o en primera clase es insultar la inteligencia de los ciudadanos.
El fondo no es el tipo de asiento, sino el tipo de resultados.
¿Qué beneficios concretos trajeron estos viajes?
¿Qué leyes, reformas o acuerdos se han derivado de esas reuniones que realmente impacten al ciudadano de a pie?
Nada.
Solo fotos bien encuadradas, paseos en bici en Bruselas y discursos decorativos.
Harvard, pero sin tesis.
Parlamento Europeo, pero sin propuestas legislativas tangibles.
Y mientras Camarillo hace check-in en aeropuertos internacionales, el PRI que dirige en Puebla se desmorona en silencio.
Su gestión al frente del partido ha sido un ejercicio de abandono.
La estructura está pulverizada, los comités municipales sin rumbo, las finanzas en números rojos y la militancia desmoralizada.
Ni un solo liderazgo emergente, ni una narrativa política clara.
El PRI en Puebla es hoy un cascarón que sobrevive más por inercia que por convicción.
Pero la inercia se acabará un día.
Resulta cínico presumir austeridad cuando se usan recursos públicos —directos o disfrazados de salario— para hacer turismo político.
Y más aún, cuando el partido que encabeza está en estado de coma.
La verdadera congruencia no se mide por el asiento en un avión, sino por el compromiso con la gente y los resultados que se entregan.
Camarillo debería dejar de compararse con la 4T, no porque tenga razón o no, sino porque ese discurso solo distrae.
El verdadero problema no es lo que hacen los otros, sino lo que él no ha hecho.
No ha reconstruido el PRI, no ha conectado con la base, no ha generado propuestas de fondo.
Solo ha acumulado kilómetros y unos cuantos likes.
En política, como en la aviación, no importa tanto la clase en la que vuelas, sino el destino al que llegas.
Y hoy, el PRI con Camarillo va directo al vacío.
Tiempo al tiempo.

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