Samba Diplomática: ¿Domina la Experiencia o la Renovación en la Política Latinoamericana?

Brasil, bajo el liderazgo de Luiz Inácio Lula da Silva, y América Latina en general, enfrentan un dilema entre la experiencia de líderes longevos y la renovación impulsada por figuras jóvenes. La “samba diplomática” de Brasil, que equilibra relaciones con China, Rusia y Occidente, refleja este tensionado equilibrio, pero ¿es la veteranía de líderes como Lula un obstáculo o una ventaja para la región en un mundo multipolar?
Brasil ha consolidado una relación estratégica con China, su mayor socio comercial desde 2009. En 2023, el comercio bilateral alcanzó niveles récord, con exportaciones centradas en soja, mineral de hierro y petróleo. En 2024, se firmaron 37 acuerdos en tecnología, infraestructura y energía, reforzando la posición de Brasil en los BRICS, un bloque que promueve la multipolaridad. Con Rusia, el comercio bilateral ronda los 10 mil millones de dólares, centrado en fertilizantes esenciales para la agricultura brasileña. Aunque las tensiones globales complican esta relación, los BRICS permiten a Brasil alinearse con Rusia sin romper con Occidente.
Lula da Silva, presidente desde 2023, lidera esta diplomacia pragmática. Su enfoque evita alineamientos exclusivos con Estados Unidos o la Unión Europea, priorizando la autonomía y la integración sudamericana. Sin embargo, su popularidad ha caído al 24% en 2025, la más baja de sus mandatos, debido a la inflación y problemas de comunicación.
A sus 79 años, Lula combina experiencia con ambición geopolítica. Su tercer mandato ha revitalizado los BRICS y fortalecido la cooperación con China y Rusia. Sin embargo, su posible candidatura en 2026 enfrenta desafíos: su edad (81 años para entonces) y una reciente cirugía por un hematoma craneal generan dudas. A pesar de esto, el Partido de los Trabajadores (PT) lo respalda, y encuestas de 2024 lo sitúan como favorito frente a una derecha fragmentada. La pregunta es si su experiencia compensa las preocupaciones sobre su salud y la necesidad de renovación política.
Sin embargo, la noción de una gerontocracia en Brasil no se sostiene. Aunque Lula es uno de los líderes más longevos, su gobierno incluye figuras jóvenes y diversas, y la política brasileña sigue siendo competitiva. La fragmentación de la derecha y el surgimiento de nuevos líderes sugieren que el poder no está monopolizado por una élite de edad avanzada. Lula representa experiencia, pero no un sistema que excluya a las nuevas generaciones.
La región muestra una diversidad de edades entre sus mandatarios. Líderes jóvenes como Daniel Noboa (37 años, Ecuador), Gabriel Boric (39 años, Chile) y Nayib Bukele (43 años, El Salvador) contrastan con figuras como Lula (79 años) o Andrés Manuel López Obrador (70 años, México, hasta 2024). En 2023, el promedio de edad de los presidentes fue de 57,9 años, con una tendencia hacia liderazgos más jóvenes en algunos países. Esta diversidad refleja un equilibrio entre la experiencia, que aporta continuidad en contextos volátiles, y la renovación, que trae perspectivas frescas.
Desde las Antípodas podemos, desde esta perspectiva, asomar algunas conclusiones.
La “samba diplomática” de Lula permite a Brasil navegar un mundo multipolar, fortaleciendo lazos con China y Rusia sin alienar a Occidente. Esta estrategia refuerza su autonomía, pero depende de la capacidad de Lula para mantener el apoyo interno.
Aunque líderes longevos como Lula dominan en algunos países, la política latinoamericana no está atrapada en una gerontocracia. La competencia electoral y la emergencia de líderes jóvenes evitan la concentración del poder en una élite de edad avanzada.
La coexistencia de líderes jóvenes y experimentados en América Latina es una ventaja. Los primeros aportan innovación; los segundos, estabilidad. La región debe aprovechar este equilibrio para enfrentar desafíos globales.
La posible reelección de Lula en 2026 dependerá de su salud y popularidad. Su liderazgo, aunque valioso, plantea preguntas sobre la renovación en Brasil y la región. América Latina necesita una danza política que combine experiencia con nuevas ideas para mantener su ritmo en un mundo cambiante.
La samba diplomática de Brasil y América Latina, para concluir con la analogía, es un compás que exige pasos nuevos y audaces para no perder el ritmo global.
Y en México ¿A qué ritmo diplomático nos movemos? Lo analizaremos en otra ocasión.
José Ojeda Bustamante
@ojedapepe