Faenas Comunitarias: corazón y tejido social de Puebla | Desde las Antípodas



José Ojeda
José Ojeda

El 13 de abril de 2025, en la Unidad Habitacional La Margarita, en Puebla Capital, despierta con un murmullo diferente. Bajo el cielo aún rosado, decenas de vecinos se reúnen, armados con escobas, machetes y brochas. El Gobernador Alejandro Armenta Mier está entre ellos, no como una figura distante, sino como uno más, con las mangas remangadas, podando un arbusto. La faena comunitaria número 14 está en marcha: banquetas se barren, guarniciones se pintan de blanco brillante, y más de tres carros de volteo se llenan de escombros. Los niños corretean, aprendiendo el valor del esfuerzo colectivo, mientras los mayores comparten memorias. Hay algo en el aire, una chispa de orgullo que transforma el cansancio en satisfacción.

En un momento, Armenta se detiene para anunciar dos proyectos: la rehabilitación de puentes peatonales sobre el río y una inversión de 600 millones de pesos para llevar agua del Lago de Valsequillo a municipios como Tecamachalco y Tepeaca. La multitud escucha atenta, no solo por las promesas, sino por el hombre que las dice, alguien que lleva desde 1990 organizando faenas en Acatzingo, que conoce el poder de un pueblo unido.

Las faenas no son solo limpieza; son un acto de amor por Puebla. Son el reflejo de una visión que Alejandro Armenta Mier ha cultivado durante décadas: un estado donde la comunidad se reúne, no por obligación, sino por un deseo compartido de construir algo mejor. Cada rama cortada, cada banqueta pintada, es un paso hacia un Puebla más seguro, más hermoso, más unido. Estas jornadas encarnan el “humanismo mexicano”, un ideal que busca “Senderos de Paz” donde los ciudadanos no solo conviven, sino que prosperan juntos.

El impacto trasciende lo visible. Un entorno limpio disuade el delito, invita a los visitantes, y puede, con el tiempo, impulsar la economía local al hacer de Puebla un destino más atractivo. Pero el verdadero cambio está en las personas. En La Margarita, un joven, con pintura en las manos, añade: “Esto me hace querer cuidar mi calle siempre”. Las faenas siembran una semilla de responsabilidad colectiva, un recordatorio de que el bienestar de Puebla depende de todos.

Las faenas resuenan con una tradición mexicana profunda: el tequio, ese trabajo comunitario donde los vecinos se unen por el bien común. Armenta, con su historia de faenas en Acatzingo, no inventó esta práctica, pero la ha elevado a una escala estatal, dándole un nombre y un propósito renovado. Es como si hubiera destilado el espíritu del tequio, en una palabra—“faena”—que ahora permea todo el estado de Puebla. En Huejotzingo ó en Zacatlán, por ejemplo, las faenas comenzaron el 15 de octubre de 2024, es un movimiento que no impone, sino que inspira, se destaca marcando el camino para otros municipios. No son chispas aisladas, es una articulación con los tres niveles de gobierno, con el ejemplo la Presidenta Claudia Sheinbaum con los Senderos de Paz, Alejandro Armenta con las Faenas Comunitarias y por mencionar a Roberto Solís Presidente Municipal de Huejotzingo que emula el trabajo comunitario, los senderos y las faenas, seguramente hay muchos y muchas más.

Las faenas son un telar donde se entretejen los hilos de la comunidad. Cada jornada fortalece la confianza entre los poblanos, recordándoles que no están solos en la construcción de su futuro. Son un antídoto contra la indiferencia, una invitación a mirar al vecino, al barrio, al estado, con ojos de compromiso. Como dijo Armenta: “No somos faraones ni virreyes, somos ciudadanos al servicio de Puebla”. Esta frase captura la esencia de las faenas: un liderazgo que no se eleva sobre la gente, sino que camina con ella.

El Gobernador no solo organiza; participa, suda, escucha. En La Margarita, mientras recoge escombros, una anciana le cuenta cómo el barrio ha cambiado desde los años setenta. Él asiente, no con prisas, sino con atención. Este diálogo, tan simple y humano, es parte de lo que hace que las faenas sean trascendentales. No son solo tareas; son momentos donde se reconstruye la confianza, donde se teje un Puebla más solidario.

Las faenas no terminan con un día de trabajo. Armenta ha anunciado planes para limpiar más vías, como el Bulevar CU hasta San Francisco Totimehuacan, incluyendo áreas cercanas al Africam Safari y el Valsequillo. Cada proyecto es una pieza de un rompecabezas mayor: un estado donde la belleza de sus paisajes refleja la fortaleza de su gente. Las faenas son el cimiento de este sueño, un recordatorio de que el cambio comienza con las manos de los ciudadanos.

Las faenas comunitarias de Alejandro Armenta Mier son una filosofía viva. Dan nombre a una verdad que el Gobernador ha entendido desde hace años: que la grandeza de Puebla no está en sus monumentos, o aquellas obras faraónicas, sino en su gente unida. Cada faena es un acto de fe en la comunidad, una apuesta por un tejido social más fuerte, por un estado donde el orgullo cívico sea tan común como el aire que respiramos. Para los poblanos, participar en una faena no es solo limpiar una calle; es escribir, con cada esfuerzo, una historia de unidad y esperanza.

@ojedapepe

Editor: Fabián Sánchez

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