Justicia social… a pesar de las campañas negras | Los Juegos



Cuando el 18 de marzo de 1938, el general Lázaro Cárdenas del Río emitió el decreto para concretar la Expropiación Petrolera, las 17 empresas extranjeras que explotaban abusivamente el recurso en suelo mexicano y sus países de origen, Estados Unidos e Inglaterra, se opusieron, al igual que un puñado de nacionales -algunos de ellos luego fundarían el Partido Acción Nacional (PAN)- y lanzaron una campaña feroz, rabiosa e irracional contra quien es considerado el mejor presidente mexicano de toda la historia.

La expropiación con fines de beneficio público está consagrada en el Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. También en las leyes secundarias están establecidas las vías procesales para que se defienda quien se sienta afectado.

La expropiación no debiera asustar a nadie, ni generar una campaña, al igual que en 1938 contra Cárdenas, rabiosa e irracional, a menos que se haga desde el avieso interés por preservar privilegios, muchos de ellos mal habidos, de una oligarquía depredadora.

Esa oligarquía tiene sus voceros a sueldo y, también, como en aquel ejemplo de la Expropiación Petrolera, un puñado de irracionales connacionales que defienden la riqueza de otros, aunque no tienen siquiera un patrimonio propio y se dejan influenciar por falsos argumentos.

Cuando una expropiación se realiza con base en la Constitución y sobrada justificación para el interés de las mayorías es efectivamente, como ha dicho el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, justicia social.

La reflexión viene a cuenta por la exigencia firme que Armenta hizo la semana pasada al Grupo Proyecta, que se ha enriquecido de manera inmoral, descomunal y desbocada, con sus negocios inmobiliarios en la zona de Lomas de Angelópolis, en el municipio conurbado de la capital con Santa Clara Ocoyucan.

El mandatario poblano pidió que donen dos hectáreas para construir al menos 10 mil viviendas a los policías que nos defienden.

Literalmente, como lo dijo también el gobernador en varias entrevistas, es como quitarle “un pelo a un gato”, pues ese grupo posee miles de hectáreas que, por cierto, compraron alevosamente, asociados con gobiernos corruptos del pasado, compraron en 4 pesos el metro cuadrado, en la década de los 90, y ahora venden en dólares, en sus desarrollos de lujo como City Lomas, caso que ha sido muy documentado, desde hace décadas, por investigaciones de medios de prensa nacionales.

“Estoy en contra de las injusticias, sean de quien sean, de los ricos y de los no ricos”, fue la frase que expresó Armenta este fin de semana durante una faena en el municipio de Tlacotepec de Benito Juárez, que lleva ese nombre en honor al Benemérito de las Américas, otro de los grandes presidentes mexicanos que, por encima de todo y a pesar de las campañas rabiosas en su contra, privilegió siempre la justicia social.

Complementó Alejandro Armenta este domingo con otra frase contundente: “no vine a quedar bien con los ricos, sino a servir a Puebla”.

Estar en contra de ello es estar absoluta y perversamente equivocado.

Editor: Fabián Sánchez

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