El extraño caso de un columnista “combativo” | Colaboración Especial

Por: Ignacio Juárez Galindo
La Real Academia de la Lengua Española define combativo como “dispuesto o proclive al combate, a la contienda o a la polémica”. El periodismo es un ejemplo de esa palabra, pero sobre todo en el último concepto, es decir, polémica, entendida esta como controversia, lo que implica la “discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas”.
El periodismo no está para pelear con el poder sino para exhibirlo y plantear una discusión pública basada en los hechos y la veracidad. El rigor periodístico deja fuera a los pendencieros y la creencia de “cómo deben ser las cosas”.
Tener valor para enfrentar al poder es muy diferente a ser un bravucón o tener el deseo, muchas veces insano, para estar en una pelea o batalla permanente.
Un periodista golpeador no es sinónimo de buen periodismo y menos de una oferta informativa basada justamente en la esencia del mismo: hechos y veracidad.
La forma en que el poder enfrenta esta situación es, por sí misma, otra discusión y es ahí donde se halla el valor del periodismo y la libertad de expresión.
Hay hombres de poder cuya respuesta es la censura, el autoritarismo o cerrazón. Otros optan por la evasión y unos más -en realidad pocos- entienden que esa discusión es fundamental para la sociedad.
Que se entienda la importancia de la discusión pública que ofrece el periodismo tampoco significa que la autoridad sujeta al cuestionamiento no tenga su derecho a la réplica o defender su honorabilidad.
La dialéctica que surge de la discusión pública del periodismo plantea la defensa de la libertad de expresión y las ideas como la defensa de quienes se sienten afectados a presentar sus argumentos y, en su caso, plantear si existe o no un daño moral hacia su persona.
Es justo ahí donde el periodismo, basado siempre en hechos y veracidad, cobra una gran importancia. Ante una amenaza de daño moral, siempre estará la prueba, el dato, el hecho que la despresurice.
Lo mismo ocurre con la opinión que surge de los articulistas, columnistas y colaboradores de los medios de comunicación.
El problema en nuestra aldea es que el periodismo poblano desde hace mucho se olvidó de basar su discusión en los hechos y dio paso a un mercado de opinólogos, comentócratas que suplieron el rigor en nuestro oficio por la editorialización fácil.
El ejercicio periodístico poblano cedió a una de las prácticas más nocivas: la comentocracia. Allí donde antes la discusión se basaba en la investigación, ahora la suple el comentario facilón, la ausencia de rigor y equivocación reiterada de dar juego a información sin comprobar.
Es ahí donde podemos encontrar el origen de otra desviación: Acusar persecución cuando el que es exhibido no es el poder sino el “periodista”.
El periodismo vive uno de sus peores momentos en cuanto a profesión de riesgo, violencia y censura. Pero escudarse en la denuncia de persecución a sabiendas que el origen se encuentra en una práctica mercenaria, sin rigor o que suple el hecho o dato duro de la discusión por la editorialización banal, poco favor le hace al periodismo que sufre las consecuencias de su buena práctica.
Todas estas reflexiones y más surgieron luego de leer una nota publicada por el portal e-consulta, con los encabezados: “Mujeres solidarias Puebla acusa a José Tomé de violencia de género” o “José Tomé hizo que su pareja abortada a su hijo, acusa agrupación de Mujeres Solidarias”.
La nota surgió de una publicación en Instagram, de una cuenta inexistente y/o creada exprofeso, a cargo de una organización feminista de Argentina que reproduce un comunicado de la supuesta agrupación Mujeres Solidarias, de la cual no existe mayor registro.
La nota reproduce casi íntegro el comunicado, en el que se plantean otros señalamientos graves como “José Tomé tiene una carpeta de investigación en su contra por el delito, acusa agrupación de Mujeres Solidarias”.
Tras la difusión de esa nota, al poco tiempo se supo que todo era mentira, es decir, que la cuenta desde donde se publicó es fake, que no hay registros de la organización que denuncia y, lo peor, que tampoco existe constancia de alguna carpeta de investigación hacia José Tomé, hoy director de Comunicación y Agenda Digital del Gobierno del Estado.
El portal e-consulta decidió publicar la información sin pasar por el mínimo rigor periodístico. Eso llevó a Tomé Cabrera a exigir al director del medio, Rodolfo Ruiz Rodríguez, una explicación y el cese en la difusión de la información que daña su honorabilidad.
¿Qué hizo el director? Bajar la nota de su portal y hacer como que nada pasó. No hubo disculpa pública hacia el afectado y mucho menos hacia la audiencia que sigue a ese medio.
Con el exgobernador Miguel Barbosa Huerta, Rodolfo Ruiz se convirtió en el columnista con más denuncias por daño moral, presentadas por una larga lista de funcionarios que se sintieron agraviados por la información de difundió su portal.
En contraparte, el director denunció una persecución política en su contra, aunque entre la clase política y el círculo rojo se sabía que el origen de esa confrontación o pelea con el exmandatario surgió de una desavenencia por su condición de asesor político y no por su ejercicio periodístico. (El nombre de e-consulta surge justamente por la condición de consultor de su director).
¿Debe tomarse ese caso como una persecución política contra un periodista o de un asesor político que se peleó con un gobernador?
En el actual sexenio, Rodolfo Ruiz tampoco tiene una sana relación con la administración estatal. La desavenencia surge no de su praxis periodística, sino de una serie de agravios acumulados en esta doble práctica de Ruiz Rodríguez en su calidad de periodista-consultor.
¿En realidad hay una persecución? ¿En verdad hay un atentado a la libertad de expresión?