Claudia Sheinbaum: Un liderazgo colaborativo frente a tiempos inciertos | Desde las Antípodas

Las relaciones entre México y Estados Unidos parecieran entran, cada semana en tiempos de tensión de acuerdo con el estilo confrontativo del presidente Donald Trump. Desde las amenazas de aranceles del 25% sobre bienes mexicanos, la redesignación del Golfo de México como “Golfo de América” y una postura agresiva sobre migración y narcotráfico, Trump ha reavivado su estilo confrontativo.
En este escenario, Claudia Sheinbaum ha respondido con una estrategia que desafía la imagen tradicional del líder fuerte: un enfoque colaborativo, paciente y basado en el consenso que contrasta con el personalismo autoritario de su contraparte estadounidense.
Sheinbaum ha desplegado esta visión en varios momentos clave. En la cumbre del G20 de noviembre de 2024, propuso redirigir el 1% del gasto militar global hacia la reforestación y abogó por una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para incluir a regiones marginadas como América Latina y África, mostrando un liderazgo orientado a soluciones colectivas. Más recientemente, en marzo de 2025, cuando Trump amenazó con aranceles por cuestiones migratorias, Sheinbaum negoció con calma, destacando las medidas ya implementadas por México y logrando posponer las tarifas, un logro que le valió elogios del propio Trump por su “dureza y claridad”.
Su estilo, atípico en estos momentos, me recuerda las tesis de Archie Brown, quien en El mito del líder fuerte desmonta la idea de que los líderes más efectivos son aquellos que concentran el poder y dominan a sus pares. Brown sostiene que el liderazgo transformador surge de la capacidad de delegar, construir consensos y trabajar dentro de estructuras institucionales sólidas, en lugar de depender de la voluntad unilateral.
El autor, examina casos como el de Winston Churchill, cuya determinación en la Segunda Guerra Mundial se sostuvo gracias al respaldo de un gabinete unido y un Parlamento cohesionado, frente a líderes como Mao Zedong, cuyos peores errores ocurrieron cuando su poder absoluto eliminó cualquier contrapeso. Brown argumenta que la obsesión por el “líder fuerte” —a menudo alimentada por el carisma o la retórica— lleva a decisiones precipitadas y, con frecuencia, a desastres a gran escala, mientras que el liderazgo colaborativo fomenta estabilidad y resultados duraderos.
Sheinbaum encarna este modelo. Su manejo de las tensiones con Trump no se basa en enfrentamientos directos, sino en una diplomacia informada y en la movilización de recursos institucionales. Por ejemplo, su decisión de enviar 10,000 elementos de la Guardia Nacional a la frontera en febrero de 2025, tras negociar con Trump una pausa en los aranceles, fue acompañada de un compromiso estadounidense para frenar el tráfico de armas hacia México, un tema que su gobierno ha priorizado. Este equilibrio entre concesiones estratégicas y defensa de principios nacionales refleja lo que Brown describe como la virtud de un líder que “persuade en lugar de imponer”, un contraste con el enfoque de Trump, quien a menudo recurre a amenazas y gestos teatrales, como su propuesta de declarar a los cárteles terroristas, lo que podría justificar intervenciones militares en suelo mexicano.
El impacto de este enfoque es tangible. Sheinbaum mantiene una aprobación que oscila entre el 65% y el 81%, según encuestas recientes, un respaldo que se ha fortalecido ante las presiones externas de Trump. Su capacidad para unificar a la población frente a un “enemigo común” le ha dado una ventaja política interna, mientras que su pragmatismo ha tranquilizado a líderes empresariales como Carlos Slim, quien en febrero de 2025 elogió su habilidad para negociar con Washington. A diferencia de Trump, cuyo liderazgo en su primer mandato (2017-2021) y ahora en el segundo genera titulares, pero también incertidumbre económica, Sheinbaum apuesta por soluciones sostenibles que preservan la estabilidad bilateral y regional.
Brown, sin embargo, también advierte que incluso los líderes colaborativos enfrentan riesgos si no logran adaptar sus estrategias a contextos cambiantes. Para Sheinbaum, los desafíos persisten: la volatilidad de Trump, las presiones económicas derivadas de posibles aranceles futuros y la necesidad de mantener el apoyo de la base de Morena, fiel a la “Cuarta Transformación” de Andrés Manuel López Obrador. Aunque su estilo difiere del carisma populista de su antecesor, su éxito dependerá de equilibrar esta herencia con su propia visión tecnocrática, que a leguas hace sentir su perfil técnico, en plena sintonía con su perfil político.
@ojedapepe