Nuevas derechas en México: ¿Qué está pasando con las voces radicales? | Desde las Antípodas

En México, la política está tomando nuevos colores. Más allá del PAN y el PRI que por décadas se consideraron los partidos tradicionales, hoy vemos surgir voces más radicales, conocidas como las “nuevas derechas”.
¿Qué las hace distintas? ¿Por qué están creciendo? Para entenderlo, miremos ejemplos concretos en México y comparemos con otros países como Brasil, Argentina y España.
¿Qué son las nuevas derechas? En México, las nuevas derechas no son solo un eco del pasado conservador; tienen un tono más fuerte y global. Piensa en Eduardo Verástegui, actor y líder del movimiento “Viva México”. En 2023, intentó contender por la presidencia como independiente, con un discurso centrado en valores ultraconservadores: contra el aborto, el matrimonio igualitario y a favor de la “familia tradicional”. No logró el registro, pero su mensaje resonó en redes sociales y entre grupos religiosos. Otro ejemplo es la llegada de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) a la Ciudad de México en 2022, un evento traído desde Estados Unidos que reunió a figuras como Ted Cruz y líderes mexicanos para hablar de una “batalla cultural” contra el progresismo; más casos en Alemania o en Chile, que no podemos perder de vista, en el contexto regional o en lo mundial.
Comparemos con Brasil: allá, Jair Bolsonaro llegó al poder en 2018 con un discurso similar, pero más agresivo. Combinó valores conservadores con ataques directos a la izquierda y un estilo populista que lo llevó a la presidencia. En Argentina, Javier Milei, electo en 2023, representa otra cara de esta derecha: liberal en lo económico, radical en lo social, y con un carisma que arrasó en las urnas. En España, el partido Vox ha crecido desde 2018 con un mensaje antimigrante y anticomunista que conecta con el miedo de ciertos sectores. En México, estas ideas están presentes, pero no han encontrado un Bolsonaro o un Milei. ¿Por qué? Porque Morena, aunque domina, no ha empujado un progresismo tan extremo como para detonar una reacción igual.
En México, el PAN está en crisis. En las elecciones de 2021 y 2024, no logró ser una oposición fuerte frente a Morena, y su votación cayó. Esto deja un hueco que las nuevas derechas quieren llenar. Por ejemplo, el Frente Nacional por la Familia, que desde 2016 organiza marchas contra el matrimonio igualitario, ha ganado fuerza y aliados entre evangélicos y católicos. En paralelo, empresarios como Ricardo Salinas Pliego han usado sus plataformas —como TV Azteca o redes sociales— para criticar al gobierno de Sheinbaum y defender el libre mercado con un tono que a veces coquetea con estas nuevas derechas.
En Brasil, Bolsonaro creció tras años de escándalos del PT y una economía tambaleante. En Argentina, Milei aprovechó el hartazgo con el peronismo y una inflación descontrolada. En México, aunque hay descontento —por inseguridad o economía—, el gobierno de Morena ha mantenido políticas sociales populares, como las pensiones para adultos mayores, que diluyen el enojo que podría alimentar a una derecha radical. Sin embargo, la polarización sigue.
¿Qué podemos hacer?
Entenderlos mejor: En España, think tanks como la Fundación Disenso (ligada a Vox) analizan a sus rivales y crean estrategias. Aquí podríamos hacer algo parecido: un grupo en la UNAM, el CIDE, el IPN o una institución desde lo local, que estudie a fondo a Verástegui, el Frente Nacional por la Familia o las conexiones de CPAC con México. Así sabríamos quién los financia y cómo piensan crecer.
Dar más opciones: En Argentina, antes de Milei, los partidos tradicionales no supieron renovarse y dejaron un vacío. En México, el PAN podría aprender: si se abre a líderes jóvenes o escucha más a su base, como la candidata fallida Xóchitl Gálvez en 2024, podría quitarles oxígeno a las nuevas derechas. También se podrían facilitar candidaturas independientes serias, no solo figuras mediáticas.
Hablar y educar: En Brasil, Bolsonaro usó el miedo para unir a sus seguidores. Aquí, podríamos copiar lo bueno de otros lados: campañas como las de “Escuelas Cívicas” en Colombia, que enseñan democracia y respeto desde niños. Si las iglesias, escuelas y hasta cámaras empresariales o empresarios como Salinas se suman a promover tolerancia (ahora este actor esta más cercano a la intolerancia), el discurso de odio no prendería tan fácil.
Las nuevas derechas, con Verástegui o eventos como CPAC, nos dicen algo: hay mexicanos que quieren ser escuchados. No son como Bolsonaro o Milei, pero podrían serlo si no actuamos. Comparados con Brasil o Argentina, aún tenemos tiempo de evitar que la polarización nos gane. Entendiendo, abriendo opciones y hablando claro, podemos hacer que México siga siendo de todos, no de unos pocos. ¿Qué piensas tú?
@ojedapepe