Del anecdotario | Tremores

Tremores. El dicho o refrán que hay en el Círculo Rojo cuando se va a presenciar un evento masivo político, a una entrevista o a tomar un café con un personaje de la farándula social es: “¡Aguas con la cartera!”. Y más en tiempos tricolores. Pues algo que atestiguó el que esto escribe tiene que ver con un dirigente priista que fue, literalmente, bolseado, en pleno acto priista. Fue un día con mucho calor, en el año 2008. Las huestes abarrotaron el Salón Country, en la colonia San Manuel, el templo de la casta revolucionaria que lo hizo su lugar favorito. Según decían, las fotos para los boletines parecían mostrar más gente de la que había, entre otras razones económicas y de lealtad. Era su Olimpo, donde se daban baños de pueblo. El dirigente de marras, de uno de los sectores –oficiales y no oficiales–, llegó al recinto escudado por su séquito; luego del tradicional besamanos, esa bella tradición tricolor, de los abrazos de caguamo, se enfiló al estrado, donde continuó con la salutación. Tras el acto, que servía para elevar el ego del protagonista, el dirigente llamó a su corte de aduladores para que lo ayudaran a bajar. En el camino hacia la salida, el dirigente recibía peticiones, la mayoría eran de gestiones y chamba. “Mi líder”, le decían, cuando un remolino de gente lo envolvió. Tras zafarse a punta de codazos y empujones, encontró a parte de su séquito que, por el gentío, se disgregó. Al salir del inmueble, en la puerta que da hacia la privada Libertad y la avenida San Ignacio, se escuchó un “¡No mames!”, esa frase típica mexicana que engloba desde sorpresa hasta enojo o tristeza. “¿Qué pasó?”, dijeron los miembros de la corte. “Me chingaron la cartera”, respondió. A lo lejos se escucharon risas y un sonidito típico, similar al que hacen los bisteces cuando se asan: “tsssssss”. Algunos pensarán que se trató de karma, pero no, más bien sucedió por no haber escuchado una de las máximas no escritas de la política: “¡Aguas con la cartera!”. Algunos compañeros de la prensa podrán atestiguar que les han dado báscula con libretas, grabadoras, radios, celulares y, si es en un evento del PRI, con mayor razón. Aunque ahora los tricolores no llenan ni la cochera del viejo edificio de la Diagonal que, a pesar de que lo limpian, sigue oliendo a naftalina. Y también sucede con los del PAN, si no, pregúntenle a AMLO con Ricardo Anaya en el debate presidencial de 2018. Momentos que quedan en la memoria.
¿O no?