Robert Johnson y su pacto diabólico | Coolturalia



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Tuvo una vida corta, pero Robert Johnson dejó un legado insuperable para el blues, lo que dio pie a leyendas por su muerte y el misterio de cómo aprendió a tocar la guitarra.

Por ello, en este Bello Espacio de Sano Esparcimiento abordo unos datos curiosos sobre la vida y obra de un mito del blues.

Pasemos a lo barrido con un buen bourbon, un cigarro y el slide.

Nació en una época de transición para los afroamericanos el 8 de mayo de 1911 en el poblado de Hazlehurst, Misisipi, pues su madre fue Julie Ann Majors (Julie Dodds), hija de personas esclavizadas que tuvo a su hijo con un jornalero que estaba de paso por el poblado, llamado Noah Johnson.

Desde niño, mostró interés por la música, primero por el arpa y luego por la armónica. Fue enviado al colegio, pero no demostró demasiado interés por los estudios, que abandonó con la excusa de un problema en la vista en 1927.

Legado. Después de varios años actuando, tuvo la oportunidad de dejar grabadas sus 29 legendarias canciones. Son 42 grabaciones (13 de los temas fueron grabados dos veces), registradas en dos sesiones: la primera en un hotel de San Antonio, Texas, los días 23, 26 y 27 de noviembre de 1936; la segunda en un estudio en Dallas, Texas, el 19 y el 20 de junio de 1937.

Se le considera un músico itinerante, casi nómada, que aparecía y desaparecía sin dejar rastro. Bebedor de whisky empedernido y mujeriego incorregible, podría ser un fenómeno aislado en las historias del sur norteamericano.

A principios de los años 30, seguía a músicos como Son House, Willie Brown y Charlie Patton alrededor de Robinsonville y en varios viajes. Supuestamente, estos bluesmen, más experimentados que Johnson, se reían de sus limitaciones.

Su técnica se basa en una evolución del estilo sincopado; además, es considerado un maestro de la guitarra slide, una técnica que consiste en deslizar un tubo metálico sobre las cuerdas. Canciones como “Sweet Home Chicago” o “Love in Vain” han sido reinterpretadas por muchos artistas.

Misterio. Cuenta una leyenda, muy conocida, que Robert Johnson vendió su alma al diablo en el actual cruce de las carreteras 61 y 49 en Clarksdale, Mississipi, a cambio de convertirse en el mejor guitarrista del mundo. Muchos musicólogos, historiadores y fans han buscado datos, pruebas, pero por la época, no hay muchos registros.

Son House trató a Robert y le recordaba como un guitarrista pésimo, carente del más mínimo talento. Decía que desapareció durante unos meses, otros dicen que dos años, y que volvió convertido en un maestro supremo de la guitarra. Ahí comenzó la leyenda del diablo, de la que el propio Johnson habló alguna vez. Decía que, en efecto, había vendido su alma. Seis de sus canciones hablaban de ese detalle, una de ellas es “Crossroads”.

Su muerte, el 16 de agosto de 1938, en Greenwood, Mississippi, sigue siendo incierta. La teoría más aceptada es que fue asesinado por el marido celoso de una mujer a la que supuestamente estaba cortejando. El maestro Sonny Boy Williamson, que tocaba con él aquellos días, explicó que alguien puso estricnina en el whisky de Johnson por un lío de faldas.

Por ello, se le considera el fundador del club de los 27, un grupo de músicos y rockeros que murieron a los 27 años. Fue uno de los primeros músicos en ingresar al Salón de la Fama del Rock and Roll.

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“Devil At The Crossroads”, un documental de Netflix dirigido por Brian Oakes, explora la corta y misteriosa vida de Johnson, en la que son entrevistados el hijo y el nieto del guitarrista y músicos como Taj Mahal, Keith Richards, Eric Clapton, Bonnie Raitt, Keb ‘Mo y John Hammond Jr. Un filme de 48 minutos en los que resalta buena parte de esa leyenda en la que se cuentan los supuestos entretelones de ese pacto con el diablo.

Fuentes: es.wikipedia.org, bluesvibe.com, clarin.com, sopitas.com, facebook.com, rockfm.fm

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Editor: Fabián Sánchez

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