Tauromaquia, eterno debate | Tremores

Tremores. Las corridas de toros, de un tiempo para acá, se han vuelto un tema que divide opiniones, genera encono y cada parte tiene su razón, estemos o no de acuerdo. La aprobación, en el Congreso de la Ciudad de México, de una ley que fomente la fiesta brava sin violencia, promovida por Clara Brugada, parece ser un salomónico empate, entre quienes querían que se suspendieran y los que las defienden. ¿Qué significa? Que en las corridas no habrá estocadas ni muerte a los astados, además que los cuernos se cubrirán, sólo se privilegiará el, digamos, toreo como tal. Así, no se afectará a la industria ganadera, pues la prohibición total habría sido un impacto mortal. Sí, a muchos les gustaría ver muertas a esas empresas, pero no es el tema. Por otra parte, da cierta razón a los animalistas, ya que no habrá muertes ni agresiones en contra de los toros. Claro que habrá sectores de la tauromaquia que resultarán dañados, pero creemos, desde esta trinchera, que es un ganar-ganar: se evita la muerte innecesaria de animales y, por otro lado, seguirá la fiesta brava. Por lo pronto, se aprobó sólo para la capital del país, pero no dudamos que se amplíe a todo el país.
¿O no?
Karma, le dicen
Hablar por hablar, criticar por criticar, juzgar por juzgar, tarde o temprano, como búmeran, regresa al emisor. Karma le dicen los gurús espirituales. Esto pasa en las áreas de la vida, sectores y rubros, todos en este plano lo vivimos: das amor, te regresa amor; das violencia, te regresa violencia, pero multiplicado. Es lo que, por ejemplo, le está pasando a la oposición fachera. Cuánto dijeron, desde el 2005 (año del famoso desafuero a Andrés Manuel López Obrador), que el tiempo se encargó de lo suyo. Vean a quienes hicieron suyos los micrófonos y la narrativa: están en el basurero de la historia. Lo mismo sucede con los que quieren desestabilizar el país, que buscan dividir al pueblo, que buscan implantar su forma de gobernar, mediante chantajes, amenazas, cuando es más fácil ser auténtico. “Cae más rápido un hablador que un cojo”, dice el refranero popular, recuérdenlo. Sólo queda esperar para que la vida ponga las cosas en su lugar.
¿O no?