¿Podrá MORENA convertirse en un Partido-Movimiento? | Desde las Antípodas

A poco más de una década de su fundación como partido, MORENA ha reconfigurado el panorama político mexicano. Bajo el liderazgo carismático de Andrés Manuel López Obrador y ahora con Claudia Sheinbaum al frente, pasó de ser un movimiento contestatario a una fuerza cuasi hegemónica, controlando 23 entidades con sus aliados tras las elecciones de 2024 y ostentando mayorías aplastantes en el Congreso. Sin embargo, en marzo de 2025, su éxito electoral se enfrenta a tensiones internas y desafíos estructurales que podrían llevarlo a la fragmentación.
Desde la ciencia política, y con la lente de Giovanni Sartori sobre los sistemas de partidos, MORENA se analiza como un caso singular en la tradición política mexicana, profundamente marcada por el estilo de gobernar del PRI.
Desde Las Antípodas podemos recuperar el papel preponderante que el PRI dejó una huella en la cultura política mexicana al establecer un modelo de partido predominante que combinaba control electoral, clientelismo y cooptación.
Durante siete décadas, definió cómo se ejerce el poder en México: una maquinaria centralizada que canalizaba demandas sociales a través de estructuras corporativas, sofocando la oposición y manteniendo la estabilidad a costa de la democracia. MORENA, en muchos sentidos, heredó este legado, pero con un giro populista. Surgió como reacción al descrédito de los partidos tradicionales, articulando un discurso de “transformación” que resonó con sectores marginados y desencantados. Su ascenso en 2018 y su consolidación en 2024, recuerdan al PRI en su capacidad para llenar vacíos de poder, pero su falta de institucionalización lo distingue radicalmente.
Sartori, en su teoría de los sistemas de partidos, describe al partido predominante como aquel que no solo gana elecciones, sino que impone las reglas del juego político. MORENA encaja en esta definición: tras el colapso del PRI y la debilidad del PAN y PRD, ha redefinido la agenda nacional, desde reformas judiciales hasta políticas energéticas. Sin embargo, Sartori también advierte que la predominancia requiere cohesión interna y adaptabilidad, algo que MORENA lucha por lograr.
Mientras el PRI construyó una estructura piramidal para resolver conflictos y perpetuarse, MORENA sigue dependiendo del carisma de AMLO y ahora de la gestión de Sheinbaum, sin una maquinaria equivalente. Esta diferencia es clave: el PRI gobernaba con un sistema, MORENA lo hace con una narrativa.
En 2025, la hegemonía de MORENA muestra signos de desgaste. Sheinbaum, tras ganar en 2024, enfrenta pugnas internas entre los leales a AMLO, que buscan preservar su legado, y su propio equipo, más técnico y pragmático.
Las disputas por candidaturas locales en estados como Veracruz y Edomex revelan procesos opacos y una desconexión creciente con las bases, que aún ven a AMLO como el líder supremo. Además, la economía presiona: una desaceleración reportada este año, combinada con amenazas externas como aranceles de Estados Unidos, ha obligado a Sheinbaum a convocar mítines masivos para reforzar su apoyo popular, un eco del viejo estilo priista de movilización controlada. Sin embargo, las críticas por falta de resultados concretos y acusaciones de nepotismo dentro del partido sugieren que la fórmula populista empieza a agotarse.
El futuro de MORENA se juega entre dos caminos. Por un lado, podría consolidarse como un nuevo PRI, adaptando su predominancia a las demandas del siglo XXI. Esto exige institucionalizarse: reglas claras para la sucesión, una ideología que trascienda el culto a la personalidad y una gestión efectiva que sostenga su base social.
Las reformas aprobadas en 2024 le dan margen, pero la sombra de AMLO y la falta de cohesión interna son obstáculos. Por otro lado, la fragmentación acecha. Sin un liderazgo unificador o una estructura sólida, las tensiones podrían derivar en escisiones, como ocurrió con el PRD tras su auge inicial. La salida de figuras clave o la radicalización de facciones podrían abrir espacio a una oposición que, aunque débil hoy, espera su oportunidad.
MORENA está en un punto de inflexión. Su capacidad para emular la longevidad del PRI depende de superar su dependencia carismática y construir un sistema que sobreviva a sus fundadores.
Sartori nos recuerda que los partidos predominantes no duran por accidente, sino por su habilidad para adaptarse y controlar. En los próximos meses, con la sucesión presidencial ya en el retrovisor y los retos económicos y sociales en el horizonte, MORENA definirá si es un capítulo pasajero o un nuevo pilar de la cultura política mexicana. El tiempo, y las decisiones de sus líderes, tendrán la última palabra.