Ideotas para el cambio | Tremores
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Tremores. No, no es un sarcasmo. Pero como ya todo es cambio, pos qué caray, cambiémosle el nombre al país, ¿por qué no? ¿Qué más da? Esa podría ser, palabras más, palabras menos, la argumentación, a nuestra interpretación, de la iniciativa de reforma que presentó la diputada federal del PAN, Kenia López Rabadán, para quitarle “Estados Unidos” al nombre oficial para que quede solamente, y simplemente, México. No tendría mayor caso, ya que así nos conocen en prácticamente todo el mundo. México, Méjico y sus traducciones respectivas. ¿Es necesario? Creemos que… no. Pero, debido al protagonismo perenne de la legisladora del blanquiazul, trae jiribilla. Es montarse en un tema en boga: el sentimiento antiyanqui. Sin embargo, le creeríamos si hubiera tantita congruencia. Vea usted. La panista Kenia fue de las que avaló la decisión del gobierno de Donald Trump sobre declarar organizaciones terroristas a los cárteles mexicanos de la droga, con lo que Estados Unidos abre la posibilidad de recurrir a la violencia en el territorio. Así que cambiarle el nombre a la patria es, entre otras cosas, innecesario y sumamente inútil. Además, es un refrito de una iniciativa que plantearon los entonces diputados Felipe Calderón Hinojosa, Alejandro Zapata Perogordo, Tarcisio Navarrete Montes de Oca, Julio Castellanos Ramírez, Raúl Martínez González, como diputado, el 22 de enero de 2003. Hasta la BBC, la monárquica estación británica, se mofó de una propuesta similar planteada por Calderón, ya como presidente, en 2012, porque no tendría caso, a menos que sea por un tema judicial, empresarial, de lucro. Así que no es innovadora, es un vulgar copy-paste entre generaciones de panistas sin creatividad… o bastante tenebrosos.
¿O no?
¿Qué implicaría?
En un sueño guajiro, en un ejercicio a botepronto de lo que significaría cambiar el nombre del país, sería, de entrada, un desembolso monumental de dinero para hacer las actualizaciones propias. Por ejemplo, cambiar las credenciales de elector de 101 millones 689 mil 960 personas (según última actualización del INE, antes de la elección del año pasado), las 129.7 millones actas de nacimiento de igual número de habitantes (hasta el 2024, INEGI), los 162 millones de libros de texto gratuitos, las nomenclaturas de calles, colegios, escuelas, universidades, edificios públicos, así como miles de millones de documentos oficiales que circulan en las dependencias de los tres niveles de gobierno, monedas, billetes, y todo lo que lleve el nombre Estados Unidos Mexicanos. Demasiadas implicaciones.
¿O no?
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