Frase críptica de Musk | Tremores
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Tremores. Se nota que el multimillonario Elon Musk no es político, pero el poder sacó su verdadero talante: el fascista. Y eso se vio en su “posteo” en la red social de su propiedad, Equis, que ya no suena a una simple advertencia contra el vecino del sur: “Eso significa que son elegibles para ataques con drones”. Esto, porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró a seis cárteles del narcotráfico mexicanos como organizaciones terroristas. El “reposteo” de Musk es una declaración de principios: El tecnofascismo opera con todo el poder, dinero y armas que tiene a su disposición. Y como buen cobarde que es, escondido en sus lujos, con una llamada ordenará un bombardeo a ciertas zonas de México, con el pretexto de acabar con los cárteles. ¿Se atreverán a bombardear territorio mexicano? Sí, no tienen freno ni límites. Dieron el primer paso, veremos hasta dónde son capaces de llegar.
¿O no?
Siguen sin ver la realidad
Realmente, ¿quién es el dueño del narcotráfico? No son los cárteles, ni los capos de la droga, sino alguien, o algo, que les permite manejar las cantidades ingentes de dinero producto de la venta de estupefacientes. Hay una persona que lo dijo, con todas sus letras, el analista geopolítico, Alfredo Jalife-Rahme. Sí, no es santo de nuestra devoción, pero tiene razón: Wall Street controla el flujo de efectivo, depósitos en cuentas bancarias y, por supuesto, el lavado de dinero. Si nos apegamos a esta teoría (casi, casi comprobada), México, desafortunadamente, está en medio de una guerra entre poderes fácticos por el control del negocio que significa el narcotráfico, que ronda el trillón de dólares. Deja más ganancias que cualquier emprendimiento lícito o ilícito. El dinero producto de la venta de droga en Estados Unidos llega a cuentas en bancos gringos, como el Wells Fargo, se mete al sistema financiero y de ahí se pierde la ruta, pues a México sólo llega una pequeña parte; expertos mencionan que entre el 15 y 20 por ciento. Con más de 50 millones de adictos a diferentes sustancias, la Unión Americana es el país con la cifra más alta en consumo de drogas. En el mundo, según la consultora Statista, hasta 2023, 296 millones de personas consumen algún tipo de estupefaciente, lo que en términos relativos se traduce en un 5.8% de la población mundial de entre 15 y 64 años, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esa es la dimensión del negocio. Y entonces ¿qué quiere Trump? Simple, controlar toda la cadena de suministro de droga, desde la siembra, fabricación, hasta el transporte y distribución, lo que se ve prácticamente imposible. Todo el bisne, pues. El narcotráfico, no sólo acá en la aldea, sino en Estados Unidos, es un dragón de mil cabezas, cortas una y salen 4 o 5 más.
¿O no?