Posturas firmes | Tremores
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Tremores. Dos cosas salieron a relucir en la Mañanera del Pueblo de este jueves: la primera es que el Gobierno de México emprendería acciones legales contra Google por cambiar de nombre al Golfo de México. Andar de “queda-bien”, de arrodillado, de lamebotas del poder nunca termina bien. Ojo Apple, tú también estás en las mismas. La otra: que aquellos periodistas y medios de comunicación que recibían dinero de la USAID, esa agencia del Gobierno estadounidense que se dedicó a hacer propaganda y tirar regímenes democráticos, a conveniencia, pues que digan el origen de los recursos. Y tiene razón la presidenta Claudia Sheinbaum: esas ONG, esos medios y periodistas que recibieron dólares –millones– de Estados Unidos, en un acto de transparencia acepten que recibían dinero de dicha agrupación. No lo mencionó la mandataria, pero nosotros sí: “en caso de callar, va implícito que criticaban al gobierno por consigna”.
¿O no?
Batalla judicial
Por un lado, la Tremenda Corte de Justicia de la Nación. En el otro: el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Cada uno defendiendo su nivel de poder para determinar su nivel de influencia en tirar o no, en poner o no, candidatos para la elección del Poder Judicial. Antes, se decía que las resoluciones de la Tremenda Corte eran el último eslabón de la cadena de justicia. Peeeeero, sólo en algunas materias, porque en temas electorales, el TEPJF lleva mano. ¿Quién tiene la razón? Creemos que los dos y ninguno. O lo que es lo mismo: “Ni nos perjudica ni nos beneficia, sino todo lo contrario”, frase del conspicuo Luis Echeverría Álvarez, el expresidente de mala memoria. Por lo pronto, con base en resoluciones, cada tribunal busca instalar su supremacía constitucional, pues como todo el Derecho, queda a interpretación. Y el pueblo, mientras tanto, observando como si se tratara de un juego de tenis.
¿O no?
¿Y todo para qué?
A casi 3 años de que inició el conflicto (en Occidente le llamaron invasión, típico) entre Ucrania y Rusia, las cosas parecen que están por terminar. Rusia se levanta como el gran ganador de una guerra inútil, todo por los sueños mojados de un europeísta como Volodimir Zelensky, el presidente que pidió y exigió millones de dólares y euros a su causa. ¿A cambio de qué? Ahora lo sabemos: tierras raras, esas que contienen minerales para fabricar dispositivos electrónicos, imanes, baterías y vidrios. Más de un millón de muertos y miles de millones de dólares después, Moscú, de la mano de Donald Trump, se puede proclamar como el vencedor. Así quedará escrito en la historia. Mientras, Zelensky, el derrotado, cada vez más desesperado, no termina de aceptar el destino que le espera: la muerte o el destierro.
¿O no?