Similitudes narrativas | Tremores



Tremores

Tremores. Ahora que la ultraderecha está por llegar al poder de Estados Unidos, con los republicanos, se refuerza una narrativa que ya vimos en el sexenio pasado en la aldea, justo antes de las elecciones: #Narcopresidente y sus derivaciones. Pues Marco Rubio, quien va a ser el próximo secretario de Estado, acusó que Venezuela está gobernada por una organización del narcotráfico… Sip, igualito que en México, en 2024, con sus plumas a modo, corifeos de turno y gritones de alcantarilla. Misma narrativa, diferentes destinatarios, mismo conflicto ideológico. A ver, no es que estén interesados o piensen en el beneficio de las y los venezolanos, no, quieren, como toda buena potencia totalitaria, adueñarse el petróleo del área del Sucre, que hay mucho y genera avaricia. En México, con ese hashtag, querían que ganara el PRIAN, no les interesaba el bienestar de la gente, sino tener un gobierno títere para hacer y deshacer a su antojo. Con la 4T, of course, se topan con pared, y más cuando la presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado ser más inteligente y con más valor para poner límites a una relación tóxica que algunos homólogos y homólogas de este lado del charco y del otro. En fin, es lo malo de tener a un vecino incómodo.

¿O no?

Por cierto, ¿y China?

Estados Unidos acapara la conversación económica respecto a México, con los aranceles, los amagos de invasión o bombardeo del crimen organizado. Pero, ¿y China? Las implicaciones del Gigante Asiático son enormes en el país azteca. Una prueba: vean cuántos autos chinos circulan por las calles, más los que están a la venta y hasta las motos eléctricas, celulares (Huawei, Honor, Xiaomi, Hisense, etc.), tecnología. Están prácticamente hasta en la sopa. Por ello, mantener relaciones triangulares con China es esencial, digan lo que digan los gringous, porque ellos también tienen intereses allá, si no, pregúntenle a Elon Musk, el magnate sentado al extremo derecho del padre, quien tiene fábricas de Tesla y Space X en Asia. Hay algo más: no es la nación que nos pinta la derecha, quienes en el siglo pasado espantaban a los niños, niñas: “ahí vienen los comunistas”, porque ese Comunismo está muerto, sólo existe en la mente que crean narrativas superfluas e idiotas y en Cuba, of course. El nuevo comunismo, que cambia sus políticas públicas con un partido hegemónico para adaptarse a los tiempos que vive, ha hecho que millones (ahí sí, muchísimos) salieran de la pobreza, dio opciones de progreso, con reglas duras y presencia estatal permanente, crecimiento y desarrollo. En cambio, en la democracia, cambian partidos, pero siguen las mismas políticas públicas. Hablamos de Estados Unidos. Y viene la pregunta jodona: qué quieren allá, ¿miles de drogadictos en las calles, sin techo, hambrientos, pobres? O ¿progreso, desarrollo y oportunidades? Trump viene con una política gatopardista: cambiar todo para que nada cambie, aplicando la máxima: “quítate tú para ponerme yo”. Te pego y luego te sobo, ¡yes! Cambiarán a una élite por otra, y con tal de protegerse de amenazas externas, son capaces de invadir, arrebatar y golpear. Proteccionismo, le dicen. Creemos, desde este espacio, que México tendría que seguir con las relaciones triangulares con China, no cerrar la puerta para darle gusto al gandalla. No porque nos vayamos a convertir en Venezuela, o Cuba, no, como dice la derecha fachista y fachosa, sino que el país sea un puente bien construido entre dos potencias.

¿O no?

Editor: Fabián Sánchez

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