Tropezó de nuevo | Dobleces
La justicia histórica para Rosario Piedra, presidenta de la CNDH, se define en el presupuesto de la Comisión y en los gastos sufragados desde las arcas públicas para su “trascendencia personal y familiar” en la lucha de los derechos humanos.
El que el Centro Nacional de los Derechos Humanos (Cenadeh) tenga en su exterior una placa con el nombre de Rosario Ibarra de Piedra, por su reconocimiento en la lucha de las personas desaparecidas en el periodo histórico conocido como “guerra sucia”, puede ser un acto de justicia para una activista y luchadora social.
Sin embargo, el cargar al erario, el gasto de una placa conmemorativa se vuelve un abuso, por absurda que pueda parecer la cantidad erogada, ya que su costo debió ser costeado por la presidenta de la CNDH, pues el plan de austeridad de 20 puntos emitido desde 2019 en el punto 17 señala: “se evitarán gastos de oficina innecesarios”.
El 25 de abril de 2022, el entonces Consejo Consultivo de la CNDH, en su Sesión Ordinaria número 405, acordó y aprobó por unanimidad poner el nombre de la fundadora de Eureka, Rosario Ibarra de Piedra, a uno de los recintos de la CNDH, siendo este el Centro Nacional de Derechos Humanos.
En aquella reunión, el consejero Mauricio Ibarra Romo propuso a los integrantes del consejo –incluida Rosario Piedra– darle el nombre al auditorio del Cenadeh, Rosario Piedra “por el gran trabajo de carácter público” a la fundadora del colectivo de búsqueda de desaparecidos de la guerra sucia.
Un mes después, la CNDH desembolsó, según copia de la factura, 20 mil 114 pesos por una placa conmemorativa con el nombre Rosario Piedra, de 90 por 60 centímetros, la instalación de la misma y un juego de cortinas, con cortinero y bastones. El asunto de fondo es que la cantidad pagada por la CNDH podía ser costeada, sin ningún problema, por Rosario Piedra, ya que su sueldo supera los 100 mil pesos mensuales en lugar de cargarlo a las arcas de la comisión.
Además, se evitaría que se le asignara a una empresa proveedora, de manera directa, el contrato para la placa conmemorativa. Con ello solo se beneficia a un empresario y no abrió un concurso de licitación. De nuevo, la opacidad en el manejo de recursos de la CNDH.
Dieciocho meses después, los integrantes del Consejo Consultivo, que impulsaron esa iniciativa, renunciaron y argumentaron que “su trabajo ha sido obstaculizado por la titular Rosario Piedra, incluso al extremo de ignorarlos por completo, además de haber recibido amenazas y calumnias, no solo en los espacios de este órgano ciudadano, sino con recursos, personal y medios de la CNDH, lo que incluye sus redes sociales”. Otra ruptura para Rosario Piedra.
Así que la placa conmemorativa se convirtió en un elemento más al aislamiento de Rosario Piedra. Y el epílogo de una carrera manchada por la sumisión al Estado y la persistencia de hacer de su agenda personal, la agenda de la comisión.
@imendozape