El año de Morena | Tremores

Consolidado en el gobierno federal, en la mayoría de estados y dominando tanto el Congreso de la Unión como en muchas de las Legislaturas estatales, el partido lopezobradorista tiene ante sí un reto mayúsculo: mantener la unidad en un entorno favorable. Pero ¿por qué arrasó? Simple. No existe una oposición real, propositiva, con liderazgos fuertes y trascendentales, sólo se dedicó, y sigue dedicando, a ser reaccionaria, sin una agenda más que golpear por golpear. Sumida en su propia mierda, mantiene a personajes del basurero político en posiciones clave, ahí están en el Legislativo Marko Cortés, Alejandro “Alito” Moreno, Ricardo Anaya y Lilly Téllez, que lo único que hacen es gritar y culpar de todos los males al oficialismo, sin ver que tienen un clóset lleno de cadáveres. Al PAN llegó un impresentable como Jorge Romero, cabecilla de un grupo de rufianes llamado Cártel Inmobiliario. Sin legitimidad para debatir. Del PRI sólo cenizas quedan, que parece estar, ahora sí, al borde de la extinción, misma suerte que corrió con el PRD. Movimiento Ciudadano se cuece aparte, pues a pesar de postularse como un partido “progre buena ondita”, sigue las características de la derecha vestida de izquierda perfumada, y más con la llegada a su dirigencia de Jorge Álvarez Máynez, el hijo putativo (no es ofensa) de Dante Delgado. Los primeros escollos de lo que pretende ser la sucursal mexicana del trumpismo comenzaron este año. No hablamos del Frente Cívico, que es lo mismo que el blanquiazul pero pintado de rosa, sino de México Republicano, que aglutina a lo más recalcitrante de la ultraderecha, como los Tecos o el Movimiento Universitario de Renovadora Orientación (MURO). El Yunque sigue anquilosado en el PAN, que conste. Este partido, que busca su registro en 2025, apuesta a traer lo más duro de los republicanos gringos al país. Ya veremos, pero si apuestan a que un Eduardo Verástegui los dirija o abandere, pues ya valió, y lo mismo con exgobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva. Lo mismo de lo mismo.
¿O no?
¡Ahí vienen los comunistas!
Con esta idea, los gobiernos mexicanos querían espantar sobre la llegada de los soviets a nuestro país. En algunos casos, los resultados fueron letales, recordemos Canoa, en 1968, en plena época de levantamientos estudiantiles. En el caso poblano, fueron azuzados por un cura de mala memoria, Enrique Meza Pérez; por su llamado, fueron linchados 5 trabajadores de la entonces UAP. A 56 años de distancia, las cosas son distintas. Rusia y China se volvieron un eje geopolítico de contrapeso al occidentalismo representado por Estados Unidos y Europa. Pero la misma retórica gringa pretende imponerse en un país distinto, que no es gobernado ni por el PRI ni por el PAN. ¿Qué pasará? Estaría cometiendo el mismo error: golpear a los aliados para arrojarlos a los brazos de China. Los BRICS están frotándose las manos. La narrativa del miedo persiste, no cambia, con la pretensión de que quieren volver comunistas a los países de América Latina, y que el salvador Estados Unidos nos va a liberar de sus garras, poniendo la democracia como bandera de la libertad. Uf. Cómo no recordar cuando, en campaña, los opositores acusaron al entonces candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, de recibir apoyo de Moscú. En respuesta, el ahora expresidente grabó un video en el Puerto de Veracruz, mofándose, que estaba esperando el submarino con el oro ruso para su campaña. Puras patrañas de la derecha.
¿O no?
Editora: Socorro Juárez