Tremores. Aprovechando que publicamos en MGM Noticias, un recuento de los 30 años de actividad del volcán Popocatépetl, compartimos una anécdota. Era un viernes el 16 de diciembre del año 2000. Un incipiente nuevo gobierno federal había rendido protesta días antes; mientras que, en la aldea, gobernaba Melquiades Morales Flores. La fuente que cubría Gobierno estatal fue convocada por el entonces secretario de Gobernación, Rómulo Arredondo, para un convivio navideño. En la “chorcha”, de repente se levantó y salió del restaurante, ubicado en la avenida Juárez. Desencajado, regresó de la llamada que había atendido, dijo que tenía que retirarse por una situación de emergencia. En corto, adelantó que iban a convocar a la prensa para dar “un anuncio importante respecto a Don Goyo”. Algunos reporteros se quedaron a terminar su comida y otros salieron directo a sus redacciones para lo que venía: la evacuación de varias comunidades cercanas al volcán. En la noche, en el Salón de Gobernadores del antiguo Palacio de Gobierno, Melquiades Morales dio los pormenores de lo que, a esa hora ya había comenzado, sacar a la gente de sus casas en las localidades más cercanas, al Centro Escolar de Cholula. Días después vino el ahora expresidente Vicente Fox. Literal, mucha de la prensa teníamos un ojo al coloso y otro a la cena de Navidad. Fue la última vez que nuestro vecino nos dio un susto de ese calibre.

¿O no?

El legado

Ramón Peña Melche, el creador, la mente maestra del Plan Operativo Popocatépetl, era un apasionado del volcán. Vivía para observar, analizar y estudiarlo. Fue el encargado de socializar y aterrizar cómo convivir con un coloso como Don Goyo, por la peligrosidad que representa para las comunidades asentadas en sus faldas. Trabajó 16 años en el Gobierno del estado, vio a varios gobernadores pasar, pero su amor por el “Popo” tomaba tintes de mito. Platicar con él era un deleite, te metía a su oratoria por todo lo que sabía, desde las leyendas hasta la ciencia inmersa. Fue el que diseñó las rutas de evacuación, pero la llegada de un mandato de partido distinto a cuando entró, lo condenó. Aunque era sociólogo, se movía como pocos en el mundo de la geología. Gracias a él, aprendimos a convivir con el segundo pico más alto del país. Falleció en julio de 2011, pero su legado quedó en documentos que, a la distancia, siguen utilizándose como referencia, pues conocía como pocos a las poblaciones cercanas al cráter, tanto su idiosincrasia como sus movimientos.

¿O no?

Editor: Fabián Sánchez