A 10 años de Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes | Sueños Extraviados



Este 4 de diciembre se llevó a cabo un foro virtual con motivo de los diez años de la publicación de la Ley General de Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (LGDNNA). Quienes participaron, especialistas con muchos años de trabajo en organizaciones civiles, e integrantes de diversos Sistemas de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), reconocieron los grandes avances que se han dado en relación con la conceptualización y el tratamiento de niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos en México.

Sobre todo, aludieron al andamiaje y a la coordinación  institucional que  mandata la LGDNNA, así como al impulso a los principios rectores de la Convención de los Derechos de la Niñez, a saber: el interés superior de la niñez, la supervivencia y el desarrollo, la participación y la no discriminación. Asimismo, las y los representantes de las organizaciones civiles mostraron entusiasmo en relación con el nombramiento de la exdiputada morenista Lorena Villavicencio como secretaria ejecutiva del SIPINNA nacional, quien afirmó que está consciente de los retos y de la magnitud de su responsabilidad y también que trabajará en colaboración con la sociedad civil.

Personalmente, me resultó alentador presenciar estos diálogos en torno a la LGDNNA y al SIPINNA y saber que hay esperanza para su fortalecimiento, que se siguen articulando discursos y acciones para promover la protección y la participación infantil y adolescente, especialmente en contextos de violencia y vulnerabilidad, como la falta de cuidados parentales o la migración. Por supuesto, también se señalaron grandes retos, como la necesidad imperiosa de asignar presupuestos y lograr que el trato digno y respetuoso hacia niñas, niños y adolescentes se vuelva la regla, ya que todavía es más una excepción, en las distintas dependencias y procesos.

Escuchando estas impresiones, que estuvieron repartidas en varios paneles en los que el abordaje se hizo desde una perspectiva nacional (aunque hubo intervenciones puntuales de los SIPINNA de Chihuahua y Baja California), pensé en Puebla y en cómo aquí el SIPINNA no ha exhibido, en todos estos años, mayor trascendencia (si estoy equivocada corríjanme). Se realizan ceremonias de instalación, se nombran personas para ocupar la secretaría ejecutiva (siempre dentro del DIF), se organizan conferencias, consultas y foros, pero, en general, ni a nivel estatal ni en el plano nacional, hemos avanzado mucho en la construcción de una cultura de protección y participación infantil y adolescente. Tal debería ser, a mi juicio, el fin último de los SIPINNA.

En Puebla, hay datos que deberían causar una mayor indignación y acciones de prevención y sanción sistemáticas. Por ejemplo, los casos de abuso sexual reportados en instituciones educativas. El titular de la SEP  refirió, en días pasados, que durante 2023 y 2024 dicha institución ha recibido 49 denuncias por hostigamiento, acoso y abuso sexual en escuelas de todos los niveles de la entidad. Si las escuelas no son seguras y la mayoría de los abusos en contra de niñas y niños son perpetrados por familiares ¿qué dice eso de nuestra sociedad? ¿Qué podemos esperar de otras instituciones?

Contamos con un mandato de ley para desarrollar una institucionalidad que promueva la protección y participación de niñas, niños y adolescentes y, más que eso, contamos con la urgencia de solventar graves problemas sociales, en muchos de los cuales, la infancia y la adolescencia resultan piezas clave. Quedo atenta, como supongo también lo están diversas organizaciones civiles, a las medidas que desplegará la administración estatal que está por comenzar, esperando que el Amor a Puebla implique respeto a los derechos de niñas, niños y adolescentes en la forma de presupuesto y políticas públicas efectivas.

Editor: Fabián Sánchez

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