Sembrando Paz en un mundo armado: Claudia Sheinbaum y el G-20 | Desde las Antípodas
En la reciente Cumbre del G-20 en Brasil, la presidenta Claudia Sheinbaum marcó un hito al proponer una iniciativa global contra el hambre, la pobreza y el cambio climático.
Desde la tribuna internacional, planteó redirigir el gasto militar hacia programas de reforestación y desarrollo social, subrayando la urgencia de una “Economía Moral” y el “Humanismo Mexicano” como nuevos paradigmas.
En su discurso, Sheinbaum destacó logros significativos de México, como la reducción de la pobreza en más de nueve millones de personas y la implementación de “Sembrando Vida”, un programa que ha reforestado más de un millón de hectáreas y capturado 30 millones de toneladas de CO₂ anuales, ayudando a 439 mil familias en México y 40 mil en Guatemala, Honduras y El Salvador. Su propuesta ante el G-20, basada en destinar el 1% del gasto militar global a un programa de reforestación mundial, busca mitigar el calentamiento global y restaurar el tejido social en comunidades vulnerables.
Sin embargo, las críticas no tardaron en surgir. Observadores internacionales cuestionaron la viabilidad política de redirigir recursos en un contexto donde el gasto militar global, según el SIPRI 2024 – compendio de información y análisis sobre la evolución de los armamentos- el desarme y la seguridad internacional alcanzó un récord de 2.4 billones de dólares en 2023, mientras que 700 millones de personas aún viven en pobreza extrema.
En este marco, la propuesta de México enfrentaría resistencias, sobre todo de potencias que lideran las exportaciones de armamento, como Estados Unidos, Rusia y Francia. Además, el contexto interno mexicano presenta retos significativos, como la inseguridad y la violencia armada, que parecen contrastar con la narrativa optimista del discurso presidencial.
A pesar de las críticas, el planteamiento de Sheinbaum se une a otras iniciativas internacionales como el Acuerdo Verde Europeo y proyectos de reforestación masiva en India, que han demostrado que los programas integrales de desarrollo sostenible pueden generar impactos positivos en lo ambiental y social. Estas experiencias, sin embargo, también evidencian la necesidad de consensos políticos sólidos y financiamiento sostenido, desafíos que México tendría que enfrentar si aspira a liderar esta propuesta global.
El discurso de Sheinbaum, impregnado de idealismo, recuerda que la paz y la justicia social son semillas que deben cultivarse en los terrenos más áridos. La propuesta de transformar armas en árboles, aunque utópica, plantea un desafío necesario en un mundo donde la destrucción supera a la construcción.
México, sin embargo, ha de seguir liderando con el ejemplo, fortaleciendo sus propios programas sociales y ambientales mientras teje alianzas internacionales que respalden esta visión. Según datos del SIPRI, el mercado global de armas no solo exacerba conflictos, sino que limita recursos destinados a necesidades urgentes como el combate al hambre y el cambio climático. El informe también destaca cómo regiones afectadas por la violencia armada sufren desproporcionadamente las consecuencias del cambio climático, un vínculo que refuerza la pertinencia de la propuesta de México para integrar la paz, el desarrollo y la sostenibilidad.
El mensaje de Sheinbaum no solo coloca a México en el escenario internacional, sino que invita a replantear las prioridades globales. Su llamado a “dejar de sembrar guerras y sembrar vida” es un halo de aire fresco y una promesa de esperanza en tiempos de incertidumbre. ¿Será este el momento en que las naciones decidan construir en lugar de destruir? El futuro, como un árbol joven, depende del cuidado que reciba hoy; finalmente, desde una antípoda un árbol y un arma, así es el escenario internacional de guerra y destrucción, seguiremos con la esperanza de la reconstrucción y la vida.