Retrato del periodismo fragmentado: voces dominantes y silencios persistentes
Igualdad Ni Más Ni Menos, A.C.
La semana pasada tuve la oportunidad de estrenarme como colaborador en esta casa editorial, lo cual agradezco profundamente. Ante todo, extiendo mi gratitud al Director de Noticias, Álvaro Ramírez Velasco, por brindarme esta oportunidad de reflexionar junto a su dilecto auditorio. Es un privilegio poder compartir esta plataforma con el panel permanente de #ViralidadSocial, cuyos integrantes llamo cariñosamente “la jineta y los tres jinetes del apocalipsis”: Lety Montagner, Fernando Maldonado, José Ojeda y el propio Álvaro. Semana tras semana, este formidable equipo transita los senderos del periodismo refractario en Puebla, enfrentándose con tenacidad a tres enemigos contemporáneos: la desinformación, la injusticia y la apatía. Este equipo no solo informa; también interpela a la sociedad, incitándola a desentrañar la política como un entramado de coyunturas y procesos complejos. A todas luces, contar con colegas de tal calibre es un desafío monumental; por ello, “Grietas en la coraza” aprovechará esta oportunidad para ascender sobre los hombros de gigantes…
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El pasado 21 de septiembre, compartí con los jinetes algunas reflexiones sobre el quehacer periodístico en el marco del “1er Congreso Internacional de Periodismo: La información en la era de la inteligencia artificial”, auspiciado por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la máxima casa de estudios de Puebla, nuestra querida Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Durante la mesa que compartimos, abordé el periodismo desde una perspectiva de género, presentando cifras como las del Proyecto de Monitoreo Global de Medios, cuyo informe de 2020 reveló una disminución en la representación femenina en las noticias, del 27% en 2015 al 25% en 2020. Este cambio, lejos de ser un “ligero” desfase estadístico, es reflejo de las dinámicas estructurales de desigualdad que subyacen en nuestra sociedad.
Asimismo, el estudio en mención apunta que el discurso mediático tiende a invisibilizar las voces y perspectivas de las mujeres, así como los avances en materia de derechos de colectivos históricamente marginados: personas indígenas, afrodescendientes y otros grupos cuya narrativa ha sido borrada del panorama informativo. Del mismo modo, que la mayoría de los medios tradicionales evita desafiar los roles y estereotipos de género que han infringido una profunda herida en el tejido social.
Por otro lado, los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del último trimestre de 2019 revelan que la composición de quienes ejercen el periodismo o la locución es mayoritariamente masculina, con un 71.4% de hombres frente a un escaso 28.6% de mujeres. En cuanto a posiciones directivas en los medios, el Digital News Report 2021 nos arroja una cifra aún más sombría: en México, apenas un 11% de estos puestos jerárquicos son ocupados por mujeres.
A lo anterior se suma la segregación temática: las mujeres periodistas en México y América Latina se ven relegadas a cubrir principalmente ámbitos considerados “blandos” —como cultura, moda, educación y salud— mientras que los hombres monopolizan la cobertura de áreas como la política, la economía y la tecnología, temas de mayor peso en la construcción de la opinión pública y en la configuración de la agenda social y política.
El periodismo, como posible “primer borrador de la historia”, posee la responsabilidad de retratar la realidad con la mayor equidad y justicia posibles. Sin embargo, las estructuras mediáticas actuales persisten en replicar desigualdades que silencian las voces femeninas y de otros colectivos marginados, impidiendo así la conformación de una esfera pública auténticamente democrática.
Por su parte, la inteligencia artificial (IA) está transformando nuestras interacciones, pero corre el riesgo de reforzar desigualdades de género. Un estudio del Oxford Internet revela que los algoritmos de IA replican los sesgos de género de los datos con los que se entrenan, lo que demanda una intervención urgente para que la tecnología sea una herramienta de inclusión y no de perpetuación de desigualdades.
El periodismo tiene aquí un reto clave: incluir la perspectiva de género en su labor informativa para elevar la calidad del contenido que ofrece. Iniciativas como el “Premio Nacional de Periodismo con Perspectiva de Género” en Bolivia y los recursos lanzados en 2023 por la UNESCO y el PNUD demuestran que los medios pueden asumir un papel de cambio hacia nuevos horizontes. Horizontes que promueven la empatía, la equidad, la inclusión, la justicia, la visibilización… Lugares desde los cuales puede emerger una auténtica toma de conciencia.