Amago preocupante | Tremores
Tremores. Una noticia que pasó un poco inadvertida de este lado del país tendría que ponernos a pensar: los productores de maíz de Jalisco amagaron con dejar de sembrar, al grito de “a ver qué comen”; exigen precios justos por su producto. Hartos del coyotaje, el peor lastre que existe en el campo mexicano desde, seguramente, el reparto agrario, o desde tiempos inmemoriales, este sector de la población está en todo su derecho de demandar que les paguen bien, mientras los especuladores amasan fortunas a costa de la ignorancia y el silencio de los trabajadores agrarios. ¿Qué implica? Imagine usted que va a una tortillería y no haya producto, y si hubiera, costaría más de 200 o 300 pesos. Es un escenario que, de cumplirse, tendría consecuencias harto negativas. Por eso, tanto la Secretaría de Agricultura federal y hasta esos mismos coyotes se den cuenta de las implicaciones que tendría parar una temporada la siembra de maíz. Nadie gana con un amago de este calibre. Aunque el precio se fija por el índice de la bolsa de futuros de Chicago, en México pasa por muchas manos, desde los coyotes, las organizaciones campesinas (que todavía hay y siguen cobrando), empresas bien establecidas, hasta llegar al último eslabón, ese mismo puede romper toda la cadena y al que más han explotado. Es un problema de todos.
¿O no?
Sacaron el cobre
Las ministras y los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) exhibieron su miseria. Sacaron el cobre, como dice el común denominador. El proyecto que presentó Juan Luis González Alcántara Carrancá, el amigo del dirigente del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, propone que se apruebe “no más un poquito” la Reforma Judicial, es decir, que solamente se elijan a los integrantes de la Tremenda Corte, del Tribunal Electoral federal, el Consejo de la Judicatura y el Tribunal de Disciplina. Pero lleva una perversa intención oculta: si aceptaran el Ejecutivo y el Legislativo el proyecto, crearía jurisprudencia, con lo que el Poder Judicial podría entrometerse en temas que, por ley, no tienen competencia ni injerencia. ¿Cuál es el meollo del asunto, aparte del jurídico? Efectivamente: proteger su jubilación y pensión completa. Dinero, pues. Pero sólo SU haber de retiro, íntegro. Y se confirmó cuando el trascendido de la renuncia de 8 ministros y ministras se regó como la pólvora. ¿Causas? Ninguna en pro del prójimo, sólo utilizaron a sus huestes para presionar, en su momento, a Andrés Manuel López Obrador, y ahora a Claudia Sheinbaum, para que la Reforma Judicial no entrara en vigor. Tanto les dijeron que los iban a aventar debajo de las ruedas, de las espuelas de los caballos, pero no lo vieron, aunque también se dijo hasta el cansancio que sus derechos estaban garantizados. Como borregos, los trabajadores del Poder Judicial de la Federación fueron a las marchas, se enfrentaron a la ciudadanía, cerraron vialidades, se presentaron en actos sociales, políticos sólo para buscar cajas de resonancia, dieron amparos a diestra y siniestra, y ahora, lastimosamente, los sacrificaron, cual reses, por unos centavos. Bueno, muuuuchos centavos.
¿O no?