La disputa por la CDH I La pasarela
Quien llegue a dirigir la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de Puebla, no la tendrá nada fácil.
Sobre todo, tras el paso de los dos últimos nefastos dirigentes: Félix Cerezo y Adolfo López Badillo.
El primero sólo llegó a duplicar su salario a más de 100 mil pesos mensuales en una institución en crisis financiera.
El segundo, solo fue servil al morenovallismo.
Lo increíble, es que ambos se apuntaron para dirigir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Pero más increíble, es que Cerezo insista en quedarse en la CDH de Puebla, para seguir disfrutando sus jugosas quincenas.
El perfil
Ante este panorama, los legisladores de Puebla deberían, buscar que su designado cumpla, al menos, los requisitos indispensables.
Por ejemplo, que se haya desarrollado como activista, luchador social o defensor de los derechos humanos.
Simplemente que haya caminado y camine en la calle, para saber de dónde cojea el estado en la protección de derechos humanos.
Así, debería tener legitimidad por oposición y rechazo a las políticas represoras de gobiernos neoliberales como el de Moreno Valle en su tiempo.
Debe entender la lucha social por haber experimentado injusticias, persecuciones, violencia, privación de libertades.
Además, deberá el elegido conocer la labor de acompañamiento a defensores de derechos humanos, periodistas en riesgo, perseguidos políticos, grupos sociales tradicionalmente oprimidos y vulnerables.
Además, es indispensable la experiencia y conocimiento de la administración pública, para evitar que se llegue a experimentar, conocer o “aprender el oficio” de la defensa y protección de los derechos humanos.
Otro punto necesario es que cuente con experiencia de haberse desenvuelto en el ámbito académico, para que tenga el acervo cultural y científico necesario para que las determinaciones que se emitan tengan la solidez argumentativa para la defensa de los derechos humanos.
De los 14 apuntados por la CDH en Puebla, muy pocos llenan estos requisitos que van más allá del CV.
¿A quién le va?
Tiempo al tiempo.
Por Jorge Castillo