Ediles dejan un estado en llamas | Historias de un joven reportero
Graves problemas en gobernabilidad, servicios públicos básicos, seguridad, presencia del crimen organizado, asaltos en carreteras, toma de vialidad y autopistas, conflictos poselectorales, inconformidades con sus propios efectivos municipales y su planta laboral, arcas vacías y muchos otros inconvenientes forman parte del gran catálogo de dolores de cabeza que los futuros presidentes municipales, quienes están a ocho días de rendir protesta, y el gobernador electo Alejandro Armenta recibirán de los salientes.
A diferencia de la cordialidad y el buen entendimiento que existe en la transición estatal entre Armenta Mier y el gobernador Sergio Salomón Céspedes, los procesos de entrega-recepción en los municipios son prácticamente inexistentes, se han desarrollado en total opacidad sin saber nada de ellos o no han caminado de buena forma en los 217 municipios de la entidad.
A la fecha no existe la información suficiente para saber cómo recibirán las comunas en cuanto a presupuestos, obras públicas terminadas o inconclusas o proyectos pendientes de ejecutar los presidentes municipales que el próximo 15 de octubre rendirán protesta frente a sus respectivos cabildos para los periodos 2024-2027.
Poco o nada ha trascendido a medios de comunicaciones las transiciones en las principales ciudades y cabeceras del estado, como Puebla capital, San Andrés y San Pedro Cholula, que apenas hace unos días resolvió a favor de Tonantzin Fernández las impugnaciones en contra de los resultados del 2 de junio, Tehuacán, Teziutlán, Zacatlán, San Martín Texmelucan, Cuautlancingo, Coronango o Atlixco.
En la Angelópolis, muchas han sido las reuniones entre Adán Domínguez y Pepe Chedraui, pero poco se sabe de las condiciones en las que el panista entregará al morenista la Comuna en cuanto a recursos en las cuentas públicas del municipio o problemas detectados ya por el equipo encargado del alcalde electo y que ya deberían ser denunciados, al menos de manera mediática, para que estos no sean heredados por el futuro edil.
Lo mismo sucede con otros municipios importantes para la entidad en los que habrá alternancia como Cuautlancingo, Coronango o San Pedro Cholula, que eran gobernados por el PRI, PAN y PRD y que ahora regresarán a ser encabezados por Morena.
Otras localidades como Tehuacán y San Martín Texmelucan, a pesar de que las presidencias municipales permanecerán en manos de la 4T, también existe fuertes conflictos políticos entre los alcaldes salientes y los entrantes, lo que también ha provocado que estas ciudades de vital importancia para la entidad estén sumergidas en severas crisis sociales y de gobernabilidad en prejuicio de los empresarios locales y la sociedad tehuacanera y texmeluquense.
Un caso aparte digno de comentar es el de Irene Olea, en Izúcar de Matamoros, municipio que Morena logró retener el 2 de junio de manera inverosímil a pesar del pésimo gobierno y escándalos de corrupción, abuso de autoridad y el caso de las dos reporteras torturadas, secuestradas y agredidas sexualmente por policías municipales y trabajadores de su gobierno, tolerado y ordenado por la edil que debería responder y ser enjuiciada casi de manera inmediata tras culminar su trienio.
Olea le entregará la estafeta de Eliseo Morales con un municipio en ruinas, saqueado y con profundos problemas estructurales.
La alcaldesa, quien condujo la peor administración en la historia de Izúcar, deja un municipio sin policías municipales ni burócratas, que hace semanas se fueron a huelga luego de que Irene Olea dejó sin recursos a la comuna para pagar las nóminas o la gasolina de las patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. La morenista es el ejemplo perfecto de la cruzada que la presidenta Claudia Sheinbaum emprenderá en contra de los reeleccionistas, el nepotismo y la corrupción.
Los alcaldes entrantes no la tendrán nada fácil en el último trienio del 2024, pues heredarán municipios ardiendo entre reclamos sociales, inseguridad y problemas de baches, recolección de basura y otros servicios públicos básicos.
Tal parece que tras los comicios del primer domingo de junio, muchos alcaldes, quienes no lograron su reelección o cuyos partidos o alianzas no lograron retener el gobierno por tres años más, decidieron bajar la cortina y aplicar el muy lamentable “Año de Hidalgo”.
Este severo problema en las principales ciudades y cabeceras distritales de Puebla también deberá ser un foco de atención para Alejandro Armenta, quien ha sido bastante insistente en no tolerar ni un solo acto de corrupción, ni ser omisos, ni complacientes en las transiciones que están en marcha.
Otro delicado asunto al que el gobernador electo y los futuros alcaldes deben contemplar como su prioridad es la operación y la presencia del crimen organizado en la capital y los municipios conurbados, que han aprovechado este semestre de transición para delinquir sin ningún apuro ni castigo.
Qué difícil cierre de año le depara a Puebla ante la desidia de los ediles salientes.
“Agua y ajo” hasta enero de 2025.