Es un jocoso | Tremores



Tremores

Tremores. El expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León es un personaje de la picaresca. Ahora con su cabecita blanca regresa a dar lecciones de política, que llamamos “jocosas”. En una alocución, el priísta, que instaló el modelo neoliberal de facto, dice, afirma, sentencia que elegir a los jueces y magistrados es demagogo, no un acto de democracia. Y de este último tema debe saber bastante. Ejemplos, muchos, como Aguas Blancas, un acto de democracia a la vieja usanza: “la haces de pedo y te madreo”. Otro acto de democracia fue la aprobación del Fobaproa, una deuda que nuestros nietos terminarían de pagar. Y eso, a ver. Por supuesto la crisis del 94, que arruinó a millones, menos a sus democráticos cuates, los que ahora están por perder privilegios con la Reforma Judicial. Sí esos mismos que ahora se ponen trajes de patriotas y republicanos. Porque en personajes como Zedillo, la única democracia que existe es la de su mente y su grupúsculo. Una cosa es cierta: la ofensiva de la derecha va a arreciar contra la Reforma Judicial.

¿O no?

Del anecdotario

En el pasado, el Estado Mayor Presidencial se volvió un muro entre el gobernante y los gobernados. Un grupo de gorilas que a diestra y siniestra repartían empujones, golpes, soberbias y arrogancias para cuidar al 01. Este escribiente vio cómo la actitud de estos barbajanes se centró en la prensa. Era 17 de diciembre del 2000, en el Centro Escolar de Cholula. Tenía unas horas que había pasado la evacuación por la actividad del volcán Popocatépetl. Miles fueron sacados de su casa en la noche. Vicente Fox, con días apenas de haber asumido la Presidencia de México, tuvo que ir a ver qué estaba pasando. En el patio central de la institución, la gente se abalanzó al panista para emitir sus demandas. Un reportero de Televisa Puebla intentó meter el micrófono para capturar el instante, pero un elemento del Estado Mayor le movió el artilugio, lo volvió a meter y el militar, ante la insistencia, le metió dos empujones hasta que intervinieron otros colegas de los medios para calmar la situación. ¿Y Fox dijo algo? Nada, sólo observó para luego voltearse. El superior del sardo entonces ordenó sacar a los “chismosos”, dijo airado. Cómo cambian las cosas, ¿no? Ese grupito de bandoleros ya no existe y el reportero de marras es Pepe Tomé, hoy cercanísimo al gobernador electo, Alejandro Armenta. Es parte del anecdotario aldeano.

¿O no?

Foto: Especial.

Le ley de los 5 minutos

Es una costumbre, mañosa, que tenemos muuuuuchos mexicanos y mexicanas. Es indiscutible, forma parte de nuestra cultura. Con estos ejemplos, sostenemos esta hipótesis, que pronto estará en las aulas de Harvard, Yale, Oxford y hasta en La Sorbona. Empecemos. Cuando alguien se estaciona enfrente de una cochera ajena, por hueva, comodidad o prisa, el argumento es: “me tardo 5 minutos”; este aplica a las dobles filas. Otro: cuando ya se nos hizo tarde para una cita, decimos: “llego en 5 minutos”, aunque estemos más lejos. Uno más: cuando tenemos que entregar una tarea, trabajo, encargo, “dame 5 minutos”. Y así vamos, de cinco en cinco.

¿O no?

Foto: Pixabay.

“No hagan caso, son Tremores, son Tremores”

Editor: Fabián Sánchez

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