Real, el bono democrático | Tremores



Tremores

Tremores. Durante la presentación del libro “El arte de comunicar el gobierno”, de Javier Sánchez Galicia, se habló sobre el famoso bono democrático. La elección da legitimidad y legalidad a quien resultó ganador. Eso pasó el 2 de junio. Por ello, el bono democrático existe, es genuino, pero no se obtiene por mandato divino. Así lo explicó el gobernador electo, Alejandro Armenta. Confirmó que el bono democrático no se construye por decreto, sino por acuerdos. Además, no da gobernabilidad, porque, al igual que el bono, se edifica desde que se asume el cargo. “Un bono democrático no necesariamente significa gobernabilidad. Implica ir construyendo consensos, y eso es lo que tenemos que hacer en el marco que vamos a tener a partir de diciembre (…) y esta se hace, como dice el autor, con el arte de comunicar”. En este marco, reconoció el talento y conocimiento del propio Sánchez Galicia, de José Tomé Cabrera, de Alejandro Rosas, entre otros. Eso, dijo, le dio tranquilidad durante la campaña. Ese es el círculo cercano, el más íntimo.

¿O no?

Oposición huevona

Lo expusieron el viernes los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela: los opositores a la Cuarta Transformación no saben leer. Ahora resulta que desconocen las reglas que los propios prianistas aprobaron para beneficiarse electoralmente, las cuales privilegiaron los fraudes y engaños en materia comicial. Crear la narrativa que con la mayoría de Morena y aliados el país, ahora sí, se va a convertir en una dictadura tipo Venezuela –cuando en México hubo un régimen que gobernó de forma tiránica por 70 años- es que no leyeron la propuesta que presentó la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo. Tampoco han leído los varios libros de Andrés Manuel López Obrador. Es decir, sólo inventan cuentos piteros, y con sus plumas y corifeos las divulgan a mansalva, porque no conocen realmente a su rival. O sea, no leen, les da flojera echarle un lente a lo que es la esencia, porque están cegados por la ira, el enojo y el odio. Y si de acaso algunos de los llamados intelectuales leyeron algo, unos párrafos, siguen sin entender. Mucho menos las cúpulas de empresarios han leído, sólo siguen órdenes de una mano que mece la cuna. ¿Lo peor? Que el embajador de EU en México, Ken Salazar, se subió al tren de la derecha. La ignorancia es un pecado capital, deberían saberlo, pero la pereza va de la mano con esto. Y como diría Al Pacino en la película El Abogado del Diablo, la vanidad es el pecado favorito del Señor de las Tinieblas.

¿O no?

¡Vende patrias a mí!

El hecho que mexicanos busquen, por no convenir a sus intereses y gustos, o vanidades, que gobiernos extranjeros intervengan, o de plano, invadan el país, es para que se conviertan en franceses, gringos, británicos, españoles, como si por arte de magia los morenos nos volvamos güeros de ojos azules, y los rubios sean de sangre azul. Como en el medievo. Mis tías de la Vela Perpetua lo añoran con singular alegría, ya que reniegan de su raza morena. Son esas las que comparten, con odio de por medio (sin importar que su religión promueva el amor al prójimo) la propaganda contra la 4T. Son las mismas que dicen que nos estamos “venezolanizando”. Son las, y los que, en la Intervención Francesa del siglo XIX a México, en Puebla, pedían a gritos que los galos se quedaran para purificar la raza. Es mejor ser Monsieur que “Ñor”. Los vende patrias, o traidores, han estado desde que inició el mestizaje, en diferentes épocas de la historia. Los que sueñan que vengan los gringos a invadirnos, o los españoles refunden la monarquía sólo muestran su falta de identidad; apátridas les llaman. Sin padre, dicen los expertos. Son los mismos que aplauden los injerencismos de EU, como lo hizo el vocero del deep state, Ken Salazar, que devalúa el peso para ejercer presión a AMLO y evite la Reforma Judicial que les impida la explotación laboral, de recursos naturales sin frenos ni respeto a los derechos humanos. Es la derecha más recalcitrante la que quiere que los prietos azabaches, los feos, los “nacos”, los impuros no gobiernen, pues tienen el “derecho divino” (dado por quien sabe quién) de liderar a los mugrosos, ignorantes, plebes y chairos.

¿O no?

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